Han pasado varios años desde que oficialmente se decretó la pandemia del COVID 19 en el mundo entero; muchas cosas cambiaron y grandes efectos se hicieron sentir tanto en los ambientes naturales como espirituales.
Ahora corresponde el tiempo de fortalecernos nuevamente. Ha empezado una nueva etapa para la iglesia de Cristo, es tiempo de edificar y ensanchar las cortinas de la tienda.
“Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en el Espíritu Santo,” (Jud 1:20)
Es tiempo para reiniciar y volver a empezar, solo que en esta oportunidad con una nueva perspectiva y esencialmente con la dirección del Espíritu Santo. Posiblemente habrá que empezar de la nada o desde lo vacío, pero no debemos tener temor de volver a empezar, Dios ha permitido este reinicio para poder contemplar lo nuevo que Él hará.
Desde Los Escombros
Muchos debemos de levantarnos a reconstruir murallas y puertas derrumbadas como lo hizo Nehemías, quien encontró gracia delante del rey para ir y levantar nuevamente todos los escombros que habían en la ciudad.
“Yo les contesté: El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén.” (Neh 2:20)
Los recursos vendrán de una manera sorprendente, inesperadamente Dios proveerá de todo lo necesario para los edificadores que sientan en su corazón nuevamente volver a levantarse. Sin duda alguna habrá oposición, pero el Dios del cielo concederá la victoria. Las voces negativas se tendrán que callar al ver la mano poderosa de Dios en favor de sus edificadores.
Posiblemente quedaron solo los escombros y ruinas de movimientos anteriores; vacíos grandes que se generaron por la situación de este tiempo. Pero el Espíritu Santo de Dios está encendiendo nuevamente los corazones apasionados por la obra del Señor.
El Desánimo Una Enfermedad
Algunas personas durante mucho tiempo han dejado su anhelo de edificar, construir o desarrollar proyectos nuevos para alcanzar sus metas. El desánimo es un “mal” que afecta gravemente y la principal causa por la cual muchos abandonan la carrera.
Una persona desanimada se ve inferior a las circunstancias o adversidades que se le presentan; empieza a sentirse y ver sus defectos antes que sus talentos y virtudes. Automáticamente se descalifican y se consideran menos que otros. El libro de los proverbios considera el desánimo como una enfermedad.
“La alegría es como una buena medicina, pero el desánimo es como una enfermedad.” (Pro 17:22)
Cuando Moisés le dio el mensaje de Dios al pueblo, este estaba demasiado desalentado para escucharlo. Los hebreos ya no querían oír nada más acerca de Dios y de sus promesas porque la última vez que escucharon a Moisés, todo lo que obtuvieron fue más trabajo y mayor sufrimiento.
Algunas veces un mensaje claro de Dios va seguido de un período en el que no hay ningún cambio aparente en la situación. Durante ese tiempo, los aparentes problemas pueden hacer que la gente se aleje y no quiera escuchar nada acerca de Dios. Pero es el tiempo de edificar, no se rinda.
Continúe dándoles el mensaje de Dios como lo hizo Moisés. Al concentrarnos en el Dios que se debe obedecer y no en los resultados que se deben alcanzar, los buenos líderes pueden ver más allá de los problemas y caídas temporales.
“Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso.” (Exo 6:9)
Es Tiempo De Edificar
En el Antiguo Testamento se relata una historia muy particular, el profeta Eliseo y su compañía de profetas se vieron en la necesidad de expandir su tienda; el espacio les era pequeño y era necesario edificar una nueva habitación.
“Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo: Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta pequeño. Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construir un albergue. Bien, vayan respondió Eliseo.” (2Re 6:1-2)
Desafortunadamente a uno de ellos el hacha se le cayó en el río Jordán, impidiéndole seguir con su trabajo.
Además el hacha era prestada. Este hombre buscó los medios para construir, posiblemente no tenía los recursos para tener sus propias herramientas, pero eso no lo detuvo. Salió a buscar a alguien que le prestara su hacha.
Este hombre nos enseña que cuando se quiere construir uno busca los medios.
El deseo de este hombre por edificar y ensanchar la tienda era tal que lo llevó a prestar herramientas, que por cierto, en aquella época eran escasas. Pero los edificadores se esfuerzan por seguir construyendo, dan una milla extra para alcanzar los objetivos.
El Hacha Se Hundió
Debido al trabajo el hacha cayó en la aguas del Jordán, ese hombre que con tanto ímpetu estaba edificando ahora solo ve como los recursos se hunden en las corrientes de agua.
Dificilmente se podía recuperar, los recursos se perdieron. Para algunos puede ser frustrante perder su herramienta o talento para trabajar, pero nuestro buen Dios puede volver a encender y proveer todo lo necesario para que sigamos construyendo.
Posiblemente habías dado por perdido los recursos para edificar, te habías vuelto a ver sin nada para seguir adelante. Pero ahora, el madero la hace flotar nuevamente.
El hacha te la dieron para edificar. Deja que El Señor nuevamente haga flotar los recursos para edificar. El conoce el corazón de los que desean construir para su reino.
“De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río. —¡Ay, maestro! —gritó—. ¡Esa hacha no era mía!” (2Re 6:5)
Afilemos Las Hachas
Ahora toca afilar las hachas, porque el metal al entrar en contacto con el agua lo oxida; vamos a necesitar volver afilar nuestras hachas.
“La sabiduría hace más fáciles los trabajos. Es muy difícil cortar con un hacha sin filo, pero si se le saca filo, el trabajo es más fácil. Las cosas se hacen bien si se hacen con sabiduría.”(Eclesiastés 10:10)
Afilar el hacha significa nuevas estrategias, cambiar procesos obsoletos, implementar nuevos procedimientos. No uses afiladores “filisteos”. Los métodos pueden ser muy buenos, pero se necesita la unción del Espíritu Santo.
El pueblo de Israel no tenía afiladores, se vieron en la necesidad de buscar a los afiladores filisteos para preparar sus herramientas.
Es como buscar recursos con los enemigos de Dios, sería como buscar ayuda en otros lados antes que buscar la ayuda de nuestro Dios.
“Sólo los filisteos sabían afilar las herramientas. Así que si los israelitas necesitaban afilar los arados, los azadones, las hachas y las hoces, tenían que depender de los filisteos.” (1 Samuel 13:20)
El filo de nuestra hacha lo otorga la comunión con el Espíritu Santo de Dios; su fresca unción nos capacita para toda buena obra. Nuestro corazón siempre tiene que estar dispuesto a escuchar la voz de Dios para tomar las desiciones correctas.
Volvamos nuestro corazón a buscar el rostro de Dios, anhelar su presencia. Él Señor sigue buscando obreros, restauradores de murallas y puertas, hombres y mujeres llenos de su Espíritu para manifestar su amor y poder en todo el mundo.
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