El fundamento del evangelio de nuestro Señor Jesucristo se basa en su muerte y resurrección. El tema central del evangelio es la esperanza de resurrección.
Si la muerte es el final de todo, disfrutar el momento sería lo más importante.
Pero los hijos de Dios sabemos que hay vida más allá de la tumba y que nuestra vida en la tierra es sólo una preparación para la que nunca acabará.
Lo que usted hace hoy incide en su eternidad. De no haber resucitado nuestro Señor de entre los muertos nuestra fe, esperanza y razón de consagrarnos no tendría sentido. Incluso la predicación no serviría para nada.
“Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes que no hay resurrección? Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes. Aún más, resultaríamos falsos testigos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados.” (1Co 15:12-17)
Nuestra Mayor Esperanza
Jesús resucitó, la muerte fue derrotada y esa es nuestra mayor esperanza. Tanto para afirmar nuestra fe, como también mantener la esperanza sobre las personas que se adelantaron.
“Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él.” (1Tes 4:13-14)
Pablo quería que los tesalonicenses comprendieran que la muerte no es el final de la historia. Cuando Cristo regrese, todos los creyentes muertos y vivos se reunirán, para no volver a sufrir o morir.
La Esperanza De Resurrección
Porque Jesucristo resucitó, todos los creyentes también resucitaremos. Todos los cristianos, incluyendo aquellos que estén vivos cuando Cristo regrese, vivirán con Él para siempre.
Por lo tanto, no debemos desesperarnos cuando un ser querido muere o cuando los acontecimientos mundiales siguen un rumbo trágico. Dios convertirá nuestras tragedias en triunfos, nuestra pobreza en riqueza, nuestro dolor en gloria y nuestra derrota en victoria.
Todos los creyentes a través de la historia se volverán a unir en la misma presencia de Dios, salvos y seguros. Como Pablo consoló a los tesalonicenses con la promesa de la resurrección, nosotros también debiéramos consolarnos y tranquilizarnos unos a otros con esta gran esperanza.
“Eso fue escrito también para nosotros. Nosotros seremos aprobados por tener fe en el que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor. Jesús fue entregado a la muerte por nuestros pecados y fue resucitado para que fuéramos aprobados por Dios.” (Rom 4:24-25)
El mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos nos levantará a nosotros.
“Dios resucitó a Jesús de la muerte. Y si el Espíritu de Dios vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo le dará vida a su cuerpo mortal por medio del Espíritu que vive en ustedes. Por eso hermanos, tenemos una obligación pero no es la de vivir según la mentalidad humana. Si viven de acuerdo con la mentalidad humana, morirán para siempre, pero si usan el poder del Espíritu para dejar de hacer maldades, vivirán para siempre.” (Rom 8:11-13)
Escoged La Vida
“Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal.” (Deu 30:15)
La decisión es nuestra de elegir vivir una eternidad con Cristo o limitar nuestra existencia y solamente esperar la muerte. Moisés desafió a los israelitas a escoger la vida, obedecer a Dios y por lo tanto continuar experimentando sus bendiciones. Dios no fuerza su voluntad sobre nadie. El nos deja decidir por nosotros mismos si lo seguimos o si lo rechazamos.
Sin embargo, esta decisión es una cuestión de vida o muerte. Dios quiere que nos demos cuenta de esto, ya que El quiere que todos nosotros escojamos la vida. Día a día, en cada nueva circunstancia, debemos afirmar y reforzar este compromiso.
Si realmente creemos que Cristo ganó la victoria final, esto debiera afectar la forma en que vivimos ahora. No se desaliente frente a una aparente pérdida de resultados en lo que ha venido haciendo. Mientras tenga oportunidad de hacer lo bueno, hágalo. Su labor tendrá resultados eternos.
Jesús resucitó de la muerte. Podemos tener la más absoluta seguridad de que cumplirá sus promesas. La resurrección corporal de Jesús demuestra que el Cristo viviente es soberano en el reino eterno de Dios.
Podemos estar seguros de nuestra resurrección porque El resucitó. La muerte no es el final: hay una vida futura.
El poder que hizo volver a la vida a Jesús está a nuestro alcance para dar vida a nuestra espiritualidad muerta. La resurrección es la base del testimonio de la Iglesia al mundo.
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