“Pero yo les digo: Aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.” (Luc 11:8, NTV)

ORACIÓN PERSISTENTE.

La perseverancia, la persistencia, la importunidad son actitudes importantes para alcanzar la victoria en el reino de los cielos.

Jesús enseñó a sus discípulos a ser persistentes en la oración, con la promesa de que recibirán lo necesario. El Señor no necesita nuestra perseverancia, pero nosotros sí la necesitamos como recurso de fe y dependencia total.

La perseverancia, en este sentido, es evidencia de la fe.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña a ser importunos, fervientes y constantes en nuestras oraciones.

El Señor utilizó un ejemplo para enseñarnos acerca de la oración.

“Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte.” (Luc 11:5-7, NTV)

AUDAZ INSISTENCIA.

El vecino se resistirá a concederle el favor, porque le ha despertado a media noche y tendrá muchas razones para excusarse.

Pero si el hombre continúa llamando e insiste en su petición y rehúsa marcharse de la puerta del vecino mientras no obtenga el favor que pide, el vecino se levantará de la cama y le concederá lo que le pide.

Aunque no lo haga por amistad, si sigue persistiendo en su petición obtendrá su respuesta.

“Pero yo les digo: Aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.” (Luc 11:8, NTV)

Si así podemos prevalecer con los hombres por medio de nuestra importunidad, aunque ellos se incomoden, ¿cómo no prevaleceremos con Dios, quien está deseando que le importunemos? Este ejemplo, pues, nos anima a orar persistentemente.

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La oración debe de ser nuestro diálogo diario con Dios. La persistencia revela cuanto anhelas una respuesta de Dios.

No es una ciega necedad la razón de acercarnos a Dios, todo lo contrario, es saber que a diario necesitamos de su provisión.

La oración persistente se enfoca en el anhelo de buscar a Dios como un padre que suple todo lo necesario.

La forma correcta de acercarnos a Dios es como un hijo se acerca a su padre.

Aunque las condiciones no sean las más propicias, nuestro Dios sabrá responder a cada una de nuestras peticiones.

Dios suple nuestras necesidades, orando de manera persistente ninguna necesidad nos hará falta.

Ninguno de nosotros, si vemos pasar necesidad a nuestros hijos nos negamos a ayudarlos.

“Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidan?” (Luc 11:13, RVA2015)

La Respuesta a toda necesidad, es el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo nos enseña, capacita y guía para vivir una vida agradable a Dios.

“Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá.” (Luc 11:9, NTV)

Una oración persistente recibe, encuentra y abre puertas que han estado cerradas por mucho tiempo.


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