Muchas personas desconocen el plan de Dios para sus vidas. Ignoran por completo el camino que Dios tiene para ellos.

La Palabra de Dios nos enseña como el Señor pone en nuestros corazones lo que desea hacer con su pueblo.

Primero debemos de saber que fuimos creados en Cristo para andar en buenas obras.

Las buenas obras fluyen de lo que Dios ha hecho en nosotros.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efe 2:10, NVI)

Si bien ninguna acción u “obra” nos puede ayudar para obtener la salvación, la intención de Dios es que nuestra salvación resulte en obras de servicio.

No somos salvos solo para nuestro beneficio, sino para el de Él, para glorificarle y edificar la Iglesia.

EL PLAN DE DIOS

En primer lugar, Dios tiene, como dice su Palabra, planes de bien y no de mal. Él tiene un propósito eterno.

Sus planes para con nosotros siempre serán buenos.

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jer 29:11, NVI)

En cada uno de esos planes, Dios busca a personas que lo puedan representar para cumplirlos.

Un ejemplo de esto lo encontramos en David, del cual Dios dio testimonio diciendo:

Tras destituir a Saúl, les puso por rey a David, de quien dio este testimonio: “He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero.” (Hch 13:22, NVI)

David realizaría todo lo que Dios quería. Él estaría dispuesto a seguir el plan de Dios.

Por medio del Espíritu Santo, Él pone su propósito dentro del hombre, para que éste también sienta la misma necesidad.

David tenía un corazón conforme al de Dios, en el sentido de expresar con actos los mismos pensamientos y sentimientos.

LA ORACIÓN Y EL PLAN DE DIOS

La manera en la cual el hombre responde a Dios es expresando verbalmente este propósito por medio de la oración.

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Jesús enseñó a sus discípulos a orar diciendo: Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo.

Nuestras oraciones deben de estar siempre alineadas al plan de Dios. Esta clase de peticiones son las que tienen el respaldo del cielo.

Es el Espíritu de Dios quien nos ayuda a pedir de la manera correcta, como lo dice el apóstol Pablo a los Romanos.

“Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.” (Rom 8:26, NVI)

LA RESPUESTA DE DIOS

Dios responde realizando Su obra y ejecutando Su propósito. En esto consiste la respuesta a nuestra oración.

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban afligidas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a Sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que lance obreros a Su mies. Y llamando a Sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”. (Mat 9:36-37)

En este pasaje vemos que El Señor tiene compasión por las personas. Él ve la necesidad de su pueblo.

Él buscó primeramente a sus discípulos y les hizo saber cual era la necesidad.

Les da la instrucción de rogar al Señor para que envíe la respuesta. Llamándolos les dio autoridad para que cumplieran la asignación.

En resumen Dios tiene planes de bienestar para sus hijos, busca y escoge personas que sientan lo mismo; el hombre busca a Dios en oración y pide su respaldo. Dios responde a la oración y así se cumple el plan original.

Que El Espíritu Santo de Dios siga encontrando corazones dispuestos a trabajar en su obra, sensibles a su voz y a su llamado; que juntos podamos decir: Heme aquí envíame a mi.


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