Uno de los propósitos por los cuales Dios puso al hombre en la tierra es para producir fruto, crecer y multiplicarse; Dios quiere un fruto que resista la prueba del tiempo, las adversidades, y que permanezca para siempre.

“No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.” (Juan 15:16)

EL FRUTO DE SU AMOR

La manera de expandir el Reino de Dios es siendo cristianos que expresan el amor de Dios; de esa manera las personas sabrán que somos discípulos de Jesús.

La manera de traer a otros a la fe cristiana es mostrarles la bondad y misericordia de Dios.

Jesús nos envía, no a ganar almas a base de confrontaciones religiosas, y menos a base de legalismos humanos, sino atrayendolos a su amor y fidelidad; viviendo de tal manera que el fruto sea tan maravilloso que otros lo quieran para sí mismos.

Ahora para que haya fructificación y multiplicación es necesario que observemos la instrucción que Dios le da a Jacob.

“Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.” (Génesis 35:10-11)

Jesús nos envía, no a ganar almas a base de confrontaciones religiosas, y menos a base de legalismos humanos, sino atrayendolos a su amor y fidelidad. Share on X

 

TRANSFORMACION.

Antes de que Dios le diga: crece y multiplícate. Dios le cambió el nombre de Jacob. Esto es algo muy importante para nuestro trabajo y el cumplimiento de la voluntad de Dios. Jacob significa suplantador o engañador; Israel significa Dios gobierna o Príncipe de Dios.

No nos vemos verdaderamente hasta que primero veamos al Señor. «¿Cuál es tu nombre?» (v. Gén 32:27), fue la pregunta que obligó a Jacob a confesar su propio yo: «Jacob, el engañador».

Una vez que se enfrentó a sí mismo y confesó su pecado, Jacob pudo ser cambiado. Dios le dio un nuevo nombre: «Israel, príncipe de Dios» o «hombre gobernado por Dios». La manera de tener poder con Dios es que Él nos quebrante primero. Con esa nueva identidad Dios también le dio un nuevo comienzo.

CREER EN EL DIOS OMNIPOTENTE.

La Palabra Omnipotente es “Shaddai”, que quiere decir: Todopoderoso.

En otras palabras, cuando Dios le ordenó a Jacob: Crece y Multiplícate, no le estaba dando una orden sin fundamento, antes Él le dijo que quien le estaba ordenando era el Dios Todopoderoso, ¿qué quiere decir eso?

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Que para cumplir la voluntad de Dios de crecer y multiplicar, tenemos una base muy sólida y esa base es nuestro propio Dios. Él es el Dios omnipotente, Todopoderoso, el Shaddai; por eso es que Jesús pudo decir que no hay NADA imposible para aquel que cree.

CRECER Y MULTIPLICARSE.

La antesala para cumplir con el deseo de Dios de crecer y multiplicarse será un cambio de naturaleza, la transformación de nuestra identidad; la seguridad de que un Dios Todopoderoso está con nosotros.

¿No decís vosotros: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega. (Juan 4:35 LBLA)

Estamos convencidos que Jesús está diciendo a Su iglesia: “La gente está lista para oír el mensaje de la Palabra de Dios”. Este es el momento para creer por una cosecha de almas rindiéndose a Jesús.

Cristo es el Señor de la cosecha y si Él declara que la cosecha está lista, debemos creerlo. No importa cuán “perdida” se vea esta generación. No importa cuán poderoso parezca que se ha vuelto Satanás. Nuestro Señor está diciéndonos: “Deja de enfocarte en las dificultades a tu alrededor, en vez de eso levanta tus ojos. Es tiempo de que veas que la cosecha está lista”.

COSECHA DE ALMAS.

“Hacer discípulos no es un llamado para que otros vengan a escuchar el evangelio, sino un mandato para que vayamos a otros a compartirles el evangelio”.

Nuestra fe debe ser una fe en movimiento. Y caminamos porque anhelamos que Dios sea honrado y glorificado entre las naciones.

Para mostrar a Cristo a los demás, primero debemos ir. Pero nunca nos presentamos solos, Él siempre está con nosotros, lo que significa que podemos ir a los perdidos con confianza en Cristo, confiando en su promesa de construir su iglesia, como se lo dijo a Pedro.

Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mat 16:18 LBLA).

Actuamos estratégicamente, pensamos creativamente, y damos desinteresadamente. Nos presentamos ante los demás porque Cristo lo hizo por nosotros.


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