ASALTO AL PARAISO.

Al leer en la Biblia que al primero que Jesús le ofrece llevarlo al paraíso fue uno de los ladrones crucificados con Él, solo podemos pensar que ese acontecimiento lo pudiéramos llamar: un asalto al paraíso.

“Y dijo: «El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.» Entonces Dios el SEÑOR expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.” (Gen 3:22-24)

Dios colocó entre los árboles del jardín del Edén el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Le dijo al hombre que podía comer libremente de todos árboles del huerto, a excepción de uno, el del conocimiento del bien y del mal. Una ordenanza que pareciera sencilla pero que significó el colapso para el hombre.

“Y Jehová Dios mandó al hombre, diciendo: De todo árbol del jardín podrás libremente comer; mas del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás; porque en el día que comieres de él, de seguro morirás.” (Gen 2:16-17)

El hombre y la mujer fueron desobedientes, eligieron hacer su propia voluntad en lugar de la voluntad de Dios, y a través de este simple acto entró el pecado al hombre y también para el mundo.

“Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre, y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Rom 5:12)

El Camino Quedó Custodiado.

Si hubieran comido del árbol de la vida, vivirían para siempre. Y el pecado también habría entrado en la eternidad siendo culpables eternamente. Una vez expulsados del jardín del Edén Adán y Eva tenían bloqueado el camino que conducía al árbol de la vida.

Una espada de fuego custodiaba el camino que lleva al árbol de la vida. El camino quedó bloqueado; no había acceso al árbol de la vida.

El árbol de la vida es un símbolo de la vida eterna, una representación de Cristo; Dios había cerrado el camino a la vida eterna.

Dios entonces busca la manera de manifestarse al hombre, de comunicarse con la raza humana ya que se había perdido todo lo que Dios quería para ellos, el diablo había logrado cerrar la puerta para que no tuviéramos comunión con Dios pero el Padre buscó la manera de salvarnos.

Para que nuestro libre albedrío no nos perdiera si no que empezáramos de nuevo, entonces nos mando una Puerta, la Verdad, el Camino llamado Jesucristo.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

El Camino Nuevo.

Y por causa de lo que Jesús hizo por nosotros, ahora tenemos la maravillosa oportunidad donde nuevamente tenemos la oportunidad de “comer” del árbol de la vida y de tener nuevamente comunión con Dios.

“Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo),” (Heb 10:19-20)

Cada vez que resistes la tentación y te aferras a la victoria de Cristo sobre el pecado, tomas un bocado del fruto del árbol de la vida.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios.” (Apo 2:7)

Jesús es el Camino vivo a la presencia de Dios.

Entramos a la presencia de Dios a través del Velo, es decir, la humanidad de Jesús. Es una idea difícil, pero lo que quiere decirnos es lo siguiente: En el tabernáculo, había un velo delante del Lugar Santísimo que ocultaba la presencia de Dios. Para que los hombres entráramos a esa presencia, el velo tenía que ser rasgado.

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La humanidad de Jesús era lo que velaba Su divinidad. Fue cuando fue rasgado Su cuerpo físico en la Cruz cuando los hombres pudimos ver realmente a Dios.
Jesús mostró a Dios a lo largo de toda Su vida; pero fue en la Cruz donde se reveló a las claras y totalmente el amor de Dios. Como al rasgarse el velo del Lugar Santísimo quedó abierto el acceso a la presencia de Dios, así al rasgarse en la cruz la humanidad de Cristo se reveló plenamente la grandeza de Su amor y se abrió definitivamente el acceso a Dios.

Asalto Al Paraíso.

Es sorprendente que quedara registrado que la persona que “regresa” de nuevo al paraíso sea uno de los ladrones que fueron crucificados con Jesús. Lo que nos enseña que nunca es tarde para reconocer a Jesús como nuestro Rey y Salvador. Nunca será tarde para encontrar el Camino. Nunca será tarde para hacer un asalto al paraíso.

Ese ladrón asaltó el paraíso; se apropió de la vida eterna. El Camino está abierto para encontrar la salvación. Al vencedor, como dice la Palabra, podrá comer del árbol de la vida.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios.”  (Apo 2:7)

Hay otras circunstancias de las que podemos decir: “Eso ya no es posible, he perdido la oportunidad”. Pero eso no se puede decir de volver a Cristo: mientras late el corazón, sigue en pie la invitación, o como se dice regularmente: mientras hay vida, hay esperanza.

“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Luc 23:43)

La palabra Paraíso viene de origen Persa, y quiere decir un jardín amurallado. Cuando el rey persa quería hacerle un gran honor a alguno de sus servidores, le nombraba su acompañante en el paraíso, para que paseara y conversara con el rey en aquel lugar delicioso.

Fue más que la inmortalidad lo que Jesús le prometió al ladrón arrepentido: le prometió el honor de gozar de su compañía en el jardín de la corte celestial.


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