Posiblemente en más de una ocasión te han faltado las fuerzas y la fe para esperar por las promesas que has estado anhelando. Seguramente has preguntado: ¿cuanto tiempo más tendré que esperar? No te rindas si no ves la respuesta de inmediato. ¡Lo que Dios ha prometido, lo hará!
Se encontraba allí cierto hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años. Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó:¿Quieres ser sano?” (Juan 5:5-6)
Este hombre llevaba treinta y ocho años de estar postrado enfermo, y Jesús al verlo supo que había pasado mucho tiempo así.
Al igual que este hombre hay muchas personas que han estado esperando por su respuesta, ha pasado bastante tiempo y no han recibido su milagro. El lugar donde este enfermo estaba esperando se llama Betesda que significa casa de misericordia.
No importa cuán paralizado se sienta en estos momentos, qué tan difícil ha sido este tiempo. Dios puede ayudarte en tus necesidades más profundas.
No permita que un problema o las circunstancias adversas motiven la pérdida de tu esperanza. El Señor puede hacer una obra especial en tu favor a pesar de la condición o aun debido a ella.
No te rindas, la misericordia de Dios es para siempre. Su bondad sobrepasa cualquier límite. La misericordia de Dios se ha de manifestar también en tu vida.
No importa cuán paralizado te sientas en estos momentos, qué tan difícil ha sido este tiempo. Dios puede ayudarte en tus necesidades más profundas. Share on X
Treinta y Ocho Años.
El enfermo representa al pueblo que quedó sin alcanzar la promesa. Había estado ahí treinta y ocho años, como los de la generación que murió sin ver la tierra prometida.
El tiempo que anduvimos desde Cades-barnea hasta que cruzamos el arroyo de Zered fue de treinta y ocho años, hasta que se acabó toda la generación de hombres de guerra de en medio del campamento, como el SEÑOR les había jurado. (Deu 2:14)
Toda esa generación quedó tirada en el desierto por su incredulidad y dureza de corazón. Ahora Jesús viene extendiendo su misericordia y llega a darle una nueva oportunidad.
Con grandes milagros, liberó de la esclavitud a los israelitas, a través del desierto desolado y hasta el mismo límite de la tierra prometida. El los protegió, los alimentó, y cumplió todas sus promesas.
Los alentó para que dieran el último paso de fe y entraran en la tierra, el pueblo se rehusó. Después de ser testigos de grandes milagros, ¿por qué dejaron de confiar en Dios?
Mantengamos siempre presente todo lo que El Señor ha hecho, Él lo puede volver hacer, recordemos todo lo que Él ha hecho por nosotros.
Que Las Dudas Se Disipen.
Las incomodidades del desierto, las limitaciones y todas las adversidades que enfrentaron en el camino hacia la promesa fueron factores que alimentaron las dudas y el temor de no ver la promesa de Dios.
Las dudas hay que disiparlas, no dejar que crezcan ni mucho menos se apoderen de nuestros pensamientos.
Cuando todo parece conspirar contra el cumplimiento de las promesas de Dios, el Espíritu Santo se levanta en nosotros con palabras de consuelo: Espera, no te rindas, sigue confiando en Él!
Dios está obrando en cada hora de tu situación, así que no vaciles. En lugar de ello, levántate y pelea la buena batalla de la fe.
Es imposible fortalecer nuestra fe mediante la fuerza o la capacidad humana. Sin el Espíritu Santo, simplemente no podemos mantenernos en el conocimiento y la seguridad del amor de Dios por nosotros. Necesitamos el Espíritu de Dios para darnos poder en todas las cosas.
¿Quieres Ser Sano?
No era una pregunta obvia como parece, más bien era una pregunta retórica. Aquel hombre había estado esperando treinta y ocho años, y bien podía ser que hubiera perdido toda esperanza y se encontrara sumido en una desesperación funesta y lamentable.
Jesús estaba “midiendo” su nivel de fe, o dicho de otra forma, lo estaba haciendo reflexionar para provocar un cambio de su condición. Este hombre a pesar de llevar tanto tiempo en esa condición seguía esperando por el milagro.
Todo Es Posible.
Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.
Para el hombre enfermo debió haber sido frustrante ver como durante treinta y ocho años otros eran sanados, otros recibían su milagro y él seguía en la misma situación.
El problema era que el hombre enfermo no tenía quien lo ayudara; nadie lo podía meter al estanque para que recibiera su milagro. Pero llegó el día en que Jesús se presentó en su vida y se dio cuenta de lo mucho que tenía en esa condición.
Hoy contamos con la gracia de nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Santo Espíritu de Dios, ya no estamos solos, su maravillosa presencia es real en nuestra vida; todo es posible si solo creemos en la gracia y misericordia de Dios.
No Te Rindas.
Sigue esperando confiadamente. la obra que Él empezó en nuestra vida ciertamente la perfeccionará. Sigue creyendo, sigue adelante. Dios está de nuestra parte, descansa en Él.
Mientras sigues confiando en su promesa busca renovar tus fuerzas para seguir adelante. La respuestas de Dios siempre son las más indicadas.
“Pero los que tienen su esperanza puesta en el SEÑOR renovarán sus fuerzas. Les crecerán alas como a las águilas; correrán sin fatigarse, caminarán sin cansarse.” (Isa 40:31)
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