EL REINO DE DIOS ES PODER.

Jesús prometió a sus discípulos ser revestidos de poder.

“Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.” (Luc 24:49, NVI)

Hay un derramamiento del Espíritu que nos reviste de poder, algo que está más allá de nuestra capacidad de producir.

Esto significa un movimiento externo del Espíritu en nuestras vidas, algo que viene de fuera de nosotros. Eso significa ser revestidos de poder.

La obra del Espíritu Santo en nosotros es interna; el nacer de nuevo, permanecer y fructificar. Pero ser revestidos de poder es algo que incluso se experimenta externamente.

Para ser revestidos de poder dependemos completamente de Él.

Cuando somos revestidos por Él, nuestras capacidades se potencializan, pues lo deja claro cuando dice: “recibiréis poder”.

Este poder tiene el propósito de llevar su evangelio y no solo de llevarlo sino de demostrarlo a través de milagros y prodigios que se hacen a través de su Santo Espíritu.

La investidura de Su Espíritu es la unción que nos permitirá realizar lo que Jesus hacía, predicaba demostrando poder.

“EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI, PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES. ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS; PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS;” (Luc 4:18)

El Espíritu Santo se posiciona sobre nosotros para demostrar su Poder, es la manera en la que podemos tener acceso a las promesas celestiales y la manifestación de la gloria de Dios.

Para Sanar, para Liberar y para tener revelación.

EL REINO DE DIOS ES PODER.

“Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder.” (1Co 4:20, NVI)

Ese poder viene a través de ser revestidos por el Espíritu Santo de Dios.

Desde el principio Dios dio al hombre la facultad de sojuzgar y dominar o reinar sobre el resto de la creación.

También Le Puede Interesar:  Vasijas En Sus Manos

Esa potestad se perdió cuando el hombre desobedeció a Dios; una vez fuera del huerto, se perdió ese dominio y autoridad.

Nuestro Señor recuperó esa autoridad por medio de su muerte en la cruz del calvario.

Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, (Mt 28:18 NVI)

Ser Testigos.

Ese poder nos da la facultad para testificar de sus maravillas.

“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hch 1:8, NVI)

¿Cómo estamos testificando y demostrando el poder de Dios?

Uno puede tener mucho talento, una gran instrucción y amplia experiencia, pero será ineficaz si carece de poder sobrenatural de Dios.

En cambio, uno puede carecer de educación, sin formación académica y sin experiencia, pero si está revestido por el poder del Espíritu Santo, el mundo se girará para verle arder por Dios.

A su vez, el poder de Dios nos permite enfrentar la oposición que el enemigo ejerce.

“Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.” (2Co 10:4, NVI)

Las armas que utilizamos tienen el poder de Dios. Son capaces de derribar cualquier fortaleza del enemigo.

Cualquier atadura puede ser rota, toda cadena se puede romper y todo yugo se puede quebrantar.

Busquemos alcanzar esa promesa del Padre, anhelemos ser revestidos de poder y testificar de las maravillas del Señor.


Si desea ponerse en contacto con nosotros, llene el formulario de Contacto o escríbanos un correo electrónico a: info@mensajesdepaz.com