“En gran manera me gozaré en el SEÑOR; mi alma se alegrará en mi Dios. Porque él me ha vestido con vestiduras de salvación y me ha cubierto con manto de justicia. Como a novio me ha ataviado con una diadema, y como a novia que se adorna con sus joyas.” (Isa 61:10)
Ahora nos gozamos y alegramos en gran manera en El Señor. El motivo es que Dios nos ha revestido con vestiduras de salvación.
La salvación que Jehová ha llevado a cabo a favor de Su pueblo es como un hermoso ropaje que le cubre enteramente; por ninguna parte pueden verse ya los harapos que denunciaban su anterior estado de pecado y esclavitud.
En la Biblia la vestidura representaba algo más que simplemente la condición de una persona.
La vestidura de José representaba el amor de su padre hacia él, pero eso causaba el odio de sus hermanos.
Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque era para él el hijo de su vejez; y le hizo una túnica de muchos colores. (Génesis 37:3)
El enemigo de nuestras almas también está interesado en quitarnos las vestiduras del amor del Padre y por eso siempre está lanzando tentaciones a nuestra vida para que manchemos nuestras vestiduras.
VESTIDURAS DE GALA
Entonces me mostró al sumo sacerdote Josué, que estaba delante del ángel del SEÑOR; y Satanás estaba a su derecha para acusarlo. Y el ángel del SEÑOR dijo a Satanás: El SEÑOR te reprenda, Satanás. Repréndate el SEÑOR que ha escogido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón arrebatado del fuego? Y Josué estaba vestido de ropas sucias, en pie delante del ángel. Y éste habló, y dijo a los que estaban delante de él: Quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala. Después dijo: Que le pongan un turbante limpio en la cabeza. Y le pusieron un turbante limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala; y el ángel del SEÑOR estaba allí. (Zac 3:1-5)
El sumo sacerdote Josué estaba vestido de vestiduras viles, sucias; el ángel del Señor reprendió al acusador, quitó su iniquidad y le dio ropas limpias de gala.
Así que si el diablo manchó nuestras vestiduras o las manchamos voluntariamente, hoy el Señor reprende al acusador y nos da una vestidura de gala y un turbante con una inscripción de oro en la frente que diga: “santidad a Jehová, apartado para Jehová”.
El acusador siempre buscará la forma de ensuciar nuestros vestidos, de acusarnos por lo que hicimos en el pasado.
Hará todo lo posible por hacernos sentir mal; indignos de presentarnos delante del Señor.
Pero hoy el ángel del Señor, nuestro Señor Jesucristo ha reprendido a satanás, y ha dado la orden de cambiarnos de vestidura. Él nos ha dado ropa limpia de gala.
“Porque el juicio será sin misericordia para el que no hizo misericordia, pero la misericordia prevalece sobre el juicio.” (Stg 2:13)
Nuestro deber ahora es ayudar a todos aquellos que han perdido o ensuciado sus vestidos; todos aquellos que se sienten culpables de sus faltas.
UN TIZÓN ARREBATADO DEL INCENDIO
Nosotros también fuimos rescatados del incendio como carbones. El Señor también un día nos libró de la esclavitud del pecado.
“Pero a ustedes el SEÑOR los tomó y los sacó de Egipto, de ese horno donde se funde el hierro, para que fueran el pueblo de su propiedad, como lo son ahora.” (Deu 4:20)
La vestidura de gala que hoy podamos tener, gracias a la misericordia y bondad de nuestro Dios, no es razón para despreciar a los demás.
Todo lo contrario, las vestiduras de salvación de las que hoy nos alegramos tener son para ayudar al necesitado y tener misericordia de los que no la tienen.
Tal y como sucedió con el sacerdote de la parábola del buen samaritano; lo vio herido, casi muerto, desnudo y no se compadeció de él.
UN CARBÓN QUE TOCA LOS LABIOS INMUNDOS
“Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR Todopoderoso!» En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado del altar. Con ella me tocó los labios y me dijo: «Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado.»” (Isa 6:5-7)
Fue necesario que una brasa tomada del altar, un carbón encendido, que fue desprendido del altar, tocara los labios impuros de Isaías.
Hay personas que se ven a sí mismas con maldad y pecado; retenidas por la culpa.
Como “carbones encendidos” debemos de desprendernos del altar y habilitar con la misericordia de Dios a los Isaías con labios impuros.
¿A QUIÉN ENVIAREMOS?
“—¿A quién enviaré por mensajero a mi pueblo? ¿Quién irá?, oí al Señor preguntar. Y yo dije: —Señor ¡yo voy! Envíame a mí.” (Isa 6:8)
Isaías recuperó la confianza y la libertad para aceptar el desafío. Después de ser “liberado” del sentimiento de culpa puede expresar libremente que él puede ir por los demás.
No hay condenación que impida ir y cumplir con nuestro servicio a Dios; dejemos a un lado el sentimiento de culpabilidad y condena que nos tiene retenidos.
ESCÚCHALO EN AUDIO
Si desea ponerse en contacto con nosotros, llene el formulario de Contacto o escríbanos un correo electrónico a: info@mensajesdepaz.com