El Señor nos ha capacitado y concedido armas espirituales con las cuales podemos destruir fortalezas que el enemigo levanta en contra nuestra.
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo,” (2Co 10:3-5)
El diablo buscará levantar “argumentos” para restringirnos y limitarnos en nuestro crecimiento en los caminos de Dios.
Pretende que aceptemos sus demandas y exigencias.
El hecho de que el enemigo diga algo no significa que tengamos que estar de acuerdo con eso.
Antes de que el enemigo pueda convencernos en estar de acuerdo, tiene que convencernos de que lo creamos.
Entonces, para que lo creamos, conseguirá que alguien lo diga o le escriba.
No debemos creer todo lo que escuchamos o leemos, necesitamos ser cuidadosos de las cosas que escuchamos, leemos o vemos.
CREEMOS LO QUE LA PALABRA DE DIOS DICE DE NOSOTROS.
Nosotros somos lo que la Palabra de Dios dice que somos.
El apóstol Pablo les aconseja a los Filipenses que sigan sus enseñanzas y ejemplos.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen. Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.” (Fil 4:7-9)
Con nuestra manera de pensar empezamos a deshacer las falsedades y demandas del diablo en nuestra vida.
Pensemos en lo verdadero, correcto y respetable.
NO ACEPTEMOS LAS DEMANDAS DEL ENEMIGO
Acab, rey de Israel ante las demandas del rey de Siria estaba aceptando dar todo lo que le pertenecía.
Estuvo dispuesto a aceptar que le quitaran a sus mujeres, su riqueza y sus hijos.
“Entonces Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército. Estaban con él treinta y dos reyes, con caballos y carros. Luego subió, sitió Samaria y combatió contra ella. Después envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, diciendo: “Así ha dicho Ben-hadad: ‘Tu plata y tu oro son míos; tus mujeres y los mejores de tus hijos son míos’ “. El rey de Israel respondió diciendo: “Como tú dices, oh mi señor el rey, yo soy tuyo con todo lo que tengo”.” (1Re 20:1-4)
Seguramente ante el temor de saber que el enemigo había reunido a otros treinta y dos reyes, aceptó las exigencias que le imponían.
DESTRUIR FORTALEZAS
“Y todos los ancianos y todo el pueblo respondieron: —No lo escuches ni accedas.” (1Re 20:8)
Esa debe de ser nuestra postura, no escuchar ni acceder las exigencias o demandas del diablo.
Nuestros hijos son herencia del Señor, no le pertenecen al enemigo; nuestra prosperidad viene del Señor, el enemigo no la debe de robar.
FARAÓN Y SUS DEMANDAS
ADOREN AQUÍ EN EGIPTO
“Llamó entonces el faraón a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Vayan y ofrezcan sacrificios a su Dios aquí en el país.” (Exo 8:25)
Estamos en el mundo pero no somos del mundo.
Faraón pretendía que el pueblo adorara a Dios pero en la jurisdicción de la esclavitud.
Adorando a Dios pero bajo espíritu de temor, con resentimiento, odio en el corazón.
Esclavizados por el orgullo; falta de perdón.
Si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres.
NO SE VAYAN MUY LEJOS
“El faraón respondió: —Voy a dejarlos ir para que ofrezcan sacrificios al SEÑOR su Dios en el desierto, con tal de que no se vayan muy lejos y de que rueguen a Dios por mí.” (Exo 8:28)
Al joven rico solo le faltaba una cosa por hacer, y no pudo dejarla para seguir a Jesús.
No hay quien deje todo y reciba 100 veces más.
SOLO LOS HOMBRES
“No será así; id ahora solo los hombres, y servid al SEÑOR, porque eso es lo que habéis pedido. Y los echaron de la presencia de Faraón.” (Exo 10:11)
También el diablo pretende que tengamos familias esclavizadas en Egipto.
ADOREN PERO SIN OFRENDAS
“Entonces llamó Faraón a Moisés y le dijo: Id, servid al SEÑOR; solo que vuestras ovejas y vuestras vacadas queden aquí. Aun vuestros pequeños pueden ir con vosotros.” (Exo 10:24)
Faraón sabía que los animales servirían de ofrenda para Dios.
Si nosotros ofrendamos a Dios, Él se acordará de nosotros en tiempo de angustia.
“Tenga él memoria de tus ofrendas y acepte tu holocausto.” (Sal 20:3)
Faraón quería mantener pobre y en escasez al pueblo.
ID Y ADORAR AL SEÑOR
“Entonces llamó a Moisés y a Aarón aún de noche, y dijo: Levantaos y salid de entre mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel; e id, adorad al SEÑOR, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacadas, como habéis dicho, e idos, y bendecidme también a mí.” (Exo 12:31-32)
Cuando el cordero fue sacrificado y pasó el ángel de la muerte, todo el pueblo fue libre.
Es a través de la sangre de Cristo que nos ha dado la libertad plena.
Tenemos las armas necesarias para destruir fortalezas.
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