EXTIENDE TU MANO

Lo difícil de una situación nos puede conducir a marcar o etiquetar la vida de otra persona a tal punto de afectar su identidad.

Tal fue el caso de Raquel, que al momento de dar a luz a su segundo hijo se complicó tanto el parto que como resultado quería llamarlo hijo de mi dolor.

“Y aconteció que cuando estaba en lo más duro del parto, la partera le dijo: No temas, porque ahora tienes este otro hijo. Y aconteció que cuando su alma partía, pues murió, lo llamó Benoni; pero su padre lo llamó Benjamín.” (Gen 35:17-18)

Raquel quería llamar a su hijo resultado de mi dolor o sufrimiento; sin embargo el padre le llamó hijo de mi derecha.

Sus labios moribundos dieron a la nueva criatura el nombre de Benoni, El hijo de mi dolor, pero Jacob, a fin de no renovar el triste recuerdo de la muerte de la madre cada vez que llamase al hijo por su nombre, se lo cambió y le llamó Benjamín.

En el lenguaje bíblico la derecha tiene un significado muy importante; es todo lo contrario a dolor, sufrimiento o quebranto.

El hijo de mi mano derecha, es decir, el hijo muy querido, sentado a mi diestra para bendición, para ser apoyo en mi vejez, como el bordón en mi mano derecha.

EL HOMBRE DE LA MANO DERECHA SECA

“Y en otro día de reposo entró en la sinagoga y enseñaba; y había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Y los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en el día de reposo, a fin de encontrar de qué acusarle. Pero Él sabía lo que ellos estaban pensando, y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ven acá. Y él, levantándose, se le acercó. Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto: ¿es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal; salvar una vida o destruirla? Y después de mirarlos a todos a su alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano quedó sana.” (Luc 6:6-10)

Nos damos cuenta que en la sinagoga hay un hombre con la mano derecha seca, paralizada, atrofiada; pero igualmente hay fariseos que tienen el corazón seco.

Sin duda este hombre tenía muchas dificultades para poder desarrollar su vida de una forma normal.

Seguramente no podía tener un trabajo u oficio el cual poder ejercer con normalidad.

La mano derecha representa poder, alcance, es con lo que nos aferramos a algo.

Entonces, su poder se seca, el alcance se anula, la seguridad se limita.

Eso significa que ve cosas que no puede alcanzar. Significa que quiere cosas a las que no puede aferrarse. Quiere mover cosas pero no tiene la fuerza necesaria.

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Este hombre es la representación de esa sinagoga, sin alcance, sin poder aferrarse a nada y sin fuerza.

Jesús le dice al hombre, QUE TODOS TE VEAN; el poder, alcance y movimiento de tu mano se secó, así están muchas congregaciones.

EXTIENDE TU MANO

Dios hoy está diciendo a los que hemos estado limitados: “Extiende tu mano”.

Es hora de extenderse, llegó el tiempo de llegar más lejos.

Tal como el Señor le dijo a Moisés al momento de llegar al mar que les impedía avanzar.

“Y tú, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio del mar, en seco.” (Exo 14:16)

También nos recuerda que no debemos de ser escasos, como la instrucción al profeta Isaías.

“Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.” (Isa 54:2)

Si vas a experimentar lo que Dios tiene para ti, tienes que ir más allá de tus limitaciones.

Tienes que ir más allá, extender tu mano e ir a donde nunca has ido antes para poder hacer lo que nunca antes has hecho.

Hoy es una nueva oportunidad de extenderse. Si no te extiendes, vas a estar donde siempre has estado.

Si no te extiendes te vas a quedar en la misma condición. Te vas a sentar en la misma silla, vas a tener el mismo trabajo. Si no te extiendes, nunca saldrás de tu aflicción.

“Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano fue restaurada sana como la otra”.

JESUS NOS ESTÁ DESAFIANDO

Jesús retó a ese hombre a hacer algo que las personas con “manos secas” normalmente no pueden hacer.

Jesús no le impuso las manos, tampoco hizo una oración por liberación, Él lo desafió.

Simplemente le dio la oportunidad de extenderse.

El llamado al hombre de la mano seca lo desafía a hacer algo que históricamente no ha podido hacer, agarrar, alcanzar o mover.

Dios está diciendo: “Extiéndete en mi Palabra”.

No tengo el dinero para esto, ni tengo el título para hacerlo. No tengo antecedentes ni la formación para esto. Y, sin embargo, tengo el desafío de hacer algo que nunca antes había hecho.

Mis padres nunca lo hicieron, no tengo los recursos para lograr el desafío que tengo por delante y, sin embargo, Dios me ha dado la oportunidad de esforzarme.

Su Palabra hoy nos anima a extendernos, El Señor nos dice hoy.

“Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: No temas, yo te ayudaré.” (Isa 41:13)


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