Los caminos del Señor nos conducen a cumplir Sus propósitos; en ocasiones esos caminos no se logran apreciar, a nuestro ojos parecen estar ocultos, bloqueados, instransitables.

En el mar estaba tu camino, y tus sendas en las aguas inmensas, y no se conocieron tus huellas. Como rebaño guiaste a tu pueblo por mano de Moisés y de Aarón. (Sal 77:19-20)

La referencia de este Salmo está tomada del éxodo del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto.

El Señor los condujo por un camino desconocido para ellos y sobre todo complicado desde todo punto de vista.

A los ojos del pueblo el camino estaba “obstruido” por el mar, pero como dice el Salmo:

En el mar estaba tu camino.

Así son los caminos del Señor, como está escrito: tus caminos son mucho más altos que los nuestros.

“Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al SEÑOR, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia. «Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el SEÑOR—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” (Isa 55:7-9)

La altura de sus caminos tiene que ver con lo sublime, con la excelencia, grandeza o belleza como para inspirar gran admiración o asombro.

Llegar o transitar por los caminos designados del Señor demostraran su grandeza y excelencia.

El Señor llevó a su pueblo por el camino directo al mar rojo, se encontraron con algo que para ellos era un “tope”, algo que literalmente bloqueaba el camino.

Para algunos eso provocó desilusión y frustración, ellos pensaban que era mejor haber seguido esclavos que morir en el desierto.

EN EL MAR ESTABA TU CAMINO

Sin darse cuenta ellos estaban enfrente al camino que Dios había planeado para ellos.

En ocasiones nos topamos con situaciones que para nosotros son un bloqueo, circunstancias que nos hacen creer que no hay camino.

Si estamos siguiendo un plan de Dios no debemos desanimarnos por los “obstáculos” o la falta de caminos.

Seguramente Dios se ha de glorificar y tiene un camino más alto que el nuestro.

“Así dice el SEÑOR, que abre camino en el mar y sendero en las aguas impetuosas;” (Isa 43:16)

CAMINOS EN EL DESIERTO

Los desiertos tipifican esos momentos difíciles y complicados que atravesamos en nuestra vida.

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Etapas de dudas o confusión, temporadas que llenan de incertidumbre nuestro caminar en el Señor.

Pero la promesa de nuestro Dios es que también en esas circunstancias Él hará un camino para continuar con Su propósito.

“No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado. He aquí, hago algo nuevo, ahora acontece; ¿no lo percibís? Aun en los desiertos haré camino y ríos en el yermo.” (Isa 43:18-19)

Debemos de percibir, de darnos cuenta, de aprender lo nuevo que Dios está haciendo. Los desiertos serán para el aprendizaje y la valoración.

Aferremonos a la fortaleza del Señor; creamos a Su palabra; clamemos en oración, Él nos hará comprender el camino que está abriendo.

EL CAMINO A SU PRESENCIA.

“Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo),” (Heb 10:19-20)

El Lugar Santísimo quedaba oculto de la vista del pueblo por un velo. Una cortina que dividía el Lugar Santo del Santísimo.

Sólo el sumo sacerdote podía entrar en esa habitación santa, y lo hacía una sola vez al año en el día de la expiación, cuando ofrecía sacrificios por los pecados de la nación.

Pero la muerte de Jesucristo quitó el velo, y todos los creyentes podemos entrar a la presencia de Dios en todo momento.

Ese velo, según el escritor de Hebreos era el cuerpo de carne de Jesús, que muchos al verlo en forma de hombre no comprendieron que era el camino hasta la misma presencia de Dios.

Ahora ese velo fue rasgado y podemos acceder a través de él y entrar confiadamente al trono de la gracia.

El camino está abierto, entremos seguros delante de la presencia de Dios y hallemos gozo y gracia para nuestra vida.

El único camino hacia el Padre es Jesús, no hay otra forma.

Vuelva al camino, regrese a la senda de la vida y la verdad.

Hay caminos que nos parecen adecuados, pero solo llevan a destrucción.

Jesús es el camino, la verdad y la vida.


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