La fe y las obras son dos cosas inseparables. La fe produce las obras, y las obras son evidencia de la fe. Abraham vivió confiando siempre en Dios, no dudo en ofrecer lo que más amaba al Dios que le había dado todo.
Todo lo que hacemos por fe es realmente bueno, porque se debe hacer en obediencia a Dios y para su agrado; cuando no hay fruto es como si la raíz estuviera muerta. La fe es la raíz, las buenas obras son los frutos y debemos ocuparnos de tener ambas.
ABRAHAM ES PROBADO
En la ofrenda de Isaac vemos una demostración práctica de la fe de Abraham. Fue el cumplimiento práctico de la Escritura que decía que Abraham fue justificado al creer. Sus buenas obras le identificaron como el amigo de Dios.
LA PRUEBA DE DEJAR EL PASADO.
“El SEÑOR le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.” (Gen 12:1)
Primero el Señor le dice que deje su tierra, sus parientes, y su casa. La primera prueba para Abraham fue dejar su pasado.
Con este mandato fue probado para ver si estaba apegado a su tierra nativa y a sus más queridos amigos, o si estaba dispuesto a dejarlo todo y marcharse con Dios.
Se debe enterrar el pasado, dejar atrás la “vana manera de vivir” de los antepasados.
El apóstol Pablo hacía una cosa, seguir hacia la meta, esforzándose por alcanzar lo que está adelante.
ESFORZADOS EN ALCANZAR LA META.
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante,” (Fil 3:13)
Hay que tener en cuenta el costo y estar dispuestos a abandonar todo lo que nos ha dado seguridad. Enfocados en Jesús, no debemos permitir que nada nos distraiga de la manera de vivir a la que Él nos ha llamado.
“Jesús le respondió: —Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios. ” (Luc 9:62)
Cuando un labrador está arando un campo no debe mirar hacia atrás, sino hacia delante; de lo contrario el surco le saldrá torcido y el suelo que está arando no quedará a punto para una siembra con orden y concierto.
De la misma manera, quien vuelve la vista atrás, después de emprender el seguimiento del Señor, no es apto para sembrar la semilla del Evangelio, porque el que no sabe arar, tampoco sabrá sembrar; y el que continuamente vuelve los ojos atrás, pronto volverá también los pies y se apartará del camino recto.
LA PRUEBA DE ENTREGAR EL FUTURO.
Segundo le pide que sacrifique su futuro, ofreciendo a Isaac.
“Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: —¡Abraham! —Aquí estoy —respondió. Y Dios le ordenó: —Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.” (Gen 22:1-2)
Después de una larga espera y pasar por muchas situaciones. Ahora su futuro está en riesgo.
Esta prueba consiste básicamente en preferir la promesa recibida o quedarse con el Dios de las promesas.
CONFIANDO SIEMPRE EN DIOS.
Abraham siempre pensó en adorar a Dios. Obedecer al Señor en todo es la muestra de nuestra adoración.
“Entonces le dijo a sus criados: —Quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes.” (Gen 22:5)
Adoración no es simplemente música, es rendir todo nuestro ser a Dios. Es obedecer completamente al Señor.
La Palabra de Dios es clara sobre que no puedes ganar tu salvación. Es solo por gracia, no por tu esfuerzo.
Pero como hijo de Dios, le puedes dar gozo a tu Padre Celestial, mediante la obediencia. Cualquier acto de obediencia es también un acto de adoración.
LA PRUEBA CON LOS HIJOS.
Isaac sabe que falta la ofrenda. Sabe que el altar está incompleto.
“Isaac le dijo a Abraham: —¡Padre! —Dime, hijo mío. —Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (Gen 22:7)
Sin duda había visto los altares anteriores de su padre. Él sabe que hace falta ofrenda y la víctima.
Nuestros hijos deben de vernos adorar a Dios. Leer la Biblia, orar, congregarnos, servir a Dios.
Si nuestros hijos no ven nada de eso será muy difícil que se suban al altar.
¿Qué están viendo y escuchando nuestros hijos?
LOS RECURSOS DEL CIELO
La obediencia a Dios desata bendición, desata el futuro y la promesa completa. Abraham pudo haberse quedado con Isaac, sin llevarlo al sacrificio, pero se hubiera quedado sin la promesa completa de ser padre de multitudes.
El recurso de Abraham también venía subiendo del otro lado del monte.
“Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo.” (Gen 22:13)
Si vivimos confiando siempre en Dios y en sus promesas los recursos que necesitamos vendrán, Él proveerá de todo lo necesario. Él es fiel a sus promesas.
Podemos obedecer y no tener fe, pero no podemos tener fe y dejar de obedecer.
Abraham obedeció a Dios y no rehusó darle lo que más amaba, la fe de Abraham la demostró con obras, agradó a Dios y recibió la promesa de ser padre de multitudes.
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