Nuestra confianza en Dios se fortalece al estar convencidos que la buena obra que comenzó en nosotros la continuará perfeccionando a través de nuestra vida y la terminará cuando le veamos cara a cara.

“Estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.” (Fil 1:6 LBLA)

La obra de Dios POR nosotros comenzó cuando Cristo murió en la cruz en nuestro lugar y la sigue perfeccionando para estar preparados para su regreso. Su obra EN nosotros comenzó cuando creímos en Él.

Ahora el Espíritu Santo vive en nosotros, capacitándonos para que cada día seamos más semejantes a Cristo. Pablo describe el proceso de crecimiento y madurez del cristiano que comienza al aceptar a Cristo y seguirá hasta que Cristo vuelva.

Remendando Las Redes

“Un poco más adelante vio a Jacobo y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en su barca remendando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.” (Mar 1:19-20)

Los hermanos Jacobo y Juan se encontraban en su barca “remendando” las redes. Seguramente hacían esto ya que debido al uso las redes se desgastan, se rompen o se desajustan.

La palabra remendando proviene del griego “katardizo” que significa en otras cosas: perfeccionar, completar, capacitar.

El Señor tiene una forma muy “interesante” cuando llama a sus escogidos. Nos enseña en cada llamamiento aspectos que debemos de tomar en cuenta. Para los pescadores remendar sus redes era algo común, rutina diaria. Estaban bastante familiarizados con esto.

Y este “pequeño” detalle era suficiente para que Dios tomara en cuenta las vidas de estos hombres. De la misma forma que ellos perfeccionaban sus redes, ahora con Jesús empezarían a perfeccionar la vida de muchas personas más.

Esto era precisamente lo que El Señor haría con nosotros, para usarnos también debía de remendarnos; hacernos aptos, perfeccionarnos, ajustarnos o prepararnos.

Capacitados En Todo Lo Bueno

“Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. ” (Heb 13:21)

Dios obra en los cristianos para producir la clase de personas que le agradan, y nos prepara para llevar a cabo la obra que le agrada. Permita que Dios primero lo transforme en su interior y luego lo use para ayudar a los demás.

La oración del escritor de la carta a los Hebreos pide que seamos capacitados, equipados o perfeccionados en TODO LO BUENO. La palabra que utiliza también proviene del griego “katardizo”.

Él nunca nos asigna una tarea sin darnos al mismo tiempo el poder para cumplirla. Cuando Dios nos envía, nos envía equipados con todo lo que necesitamos.

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Sufrir Un Poco De Tiempo

En ocasiones será necesario padecer o sufrir un poco de tiempo, para ser perfeccionados.

“Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá.” (1Pe 5:10)

Las dificultades y procesos que sufrimos son útiles en nuestra formación y desarrollo. Cada prueba superada produce en nosotros el carácter que Cristo desea en nuestra vida.

Restaurando A Los Necesitados

Así como nosotros fuimos “remendados”, nuestro deber es restaurar a otros con actitud humilde.

Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. (Gál 6:1)

Debemos tener empatía con los que necesitan restauración, de la misma forma que Dios nos “remendó” y sigue perfeccionando nuestra vida, nuestro deber es ayudar al necesitado a ser restaurado.

Perfeccionando La Buena Obra

Es necesario ser disciplinados para ser correctamente capacitados.

“Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.” (1Co 9:25-27)

El apóstol se compara con los corredores y los combatientes de los juegos ístmicos, bien conocidos por los corintios.

Los que corrían en esos juegos, se mantenían con una dieta muy estricta. Se acostumbraban a las dificultades. Se ejercitaban constantemente y se sometían a esfuerzos extremos.

Los que anhelan el perfeccionamiento y edificación deben pelear con fuerza contra todo tipo de pasiones de la carne. No se debe tolerar que la carne gobierne.

El apóstol enfatiza este consejo a los corintios. Expone ante sí mismo y ante ellos el peligro de rendirse a los deseos carnales.

Él Señor continuará la obra a través de toda esta vida hasta que Él nos perfeccione y nos presente perfectos al Padre. Lo que Dios comienza, Él siempre lo termina. El Señor prometió estar con nosotros todos los días de nuestra vida y seguirá perfeccionándonos hasta el día en que Cristo venga por nosotros.

Nuestro Dios siga perfeccionando la buena obra que comenzó en nuestra vida, haciendo de nosotros hombres y mujeres más que vencedores en aquel que nos llamó.


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