Enfrentando El Desánimo

En medio de la crisis de los últimos días la iglesia del Señor está enfrentando el desánimo constantemente. Dios ha prometido guardar a su pueblo de toda peste y plaga.

El desánimo es la herramienta más devastadora del diablo en sus ataques contra los santos que tienen hambre del Espíritu. Siempre ha sido el arma preferida del enemigo contra los elegidos de Dios. Satanás busca a toda costa desanimar al pueblo del Señor.

En estos tiempos de crisis mundial, donde la pandemia COVID-19 o Coronavirus como se le conoce, es cuando más debemos aferrarnos a las promesas eternas de nuestro padre del cielo.

Es la hora de estar en pie enfrentando el desánimo; buscar a Dios con todo nuestro corazón y esperar en Sus promesas.

El Fuego De La Prueba.

Recordemos que nuestro Dios permite este tipo de pruebas con todos sus santos con un propósito especial. El apóstol Pedro escribe:

“Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito.” (1Pe 4:12)

Sabemos que las señales de los últimos tiempos incluyen este tipo de situaciones. Tal como lo dijo nuestro Señor Jesucristo en el evangelio de Mateo:

Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. (Mat 24:6-8)

Cuando el pueblo de Dios está siendo amenazado por el desánimo, ¡no tendrán ganas de orar, pero aún así debemos ir al lugar secreto y a la presencia de Jesús! No traten de orar para salir de la desesperación: este es el momento en el que el Espíritu de Dios obrará a favor del pueblo de Dios.

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Enfrentado El Desánimo En Oración.

Debemos ser honestos con el Señor y decirle lo débil e indefensos que podamos sentirnos. Y que nos fortalezca para seguir confiando en Sus promesas, y seguir perseverando en Sus caminos. Podemos orar al Señor así:

“Jesús, mi espíritu y mi alma sienten lo impetuoso de la prueba y no me quedan fuerzas. ¡Vengo a ti a pedir ayuda! necesito tu fortaleza y que tu presencia inunden todo mi ser.”

En esos momentos, el Señor es muy paciente con nosotros.

Él no espera que hagamos un esfuerzo intenso y ferviente en la oración, así que sumerjámonos en su presencia y confíemos en que su Espíritu Santo hará en nosotros lo que se le ha enviado a hacer. Él nunca nos abandonará, pero debemos esperar confiadamente y darle tiempo para hacer su obra.

“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Atrévete a creer las cosas increíblemente buenas que el Espíritu Santo te va a mostrar.

¡El Señor tiene promesas gloriosas para todos los que esperan en él!

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