La Biblia está llena de invaluables y sorprendentes promesas para nosotros, en toda la escritura nos encontramos con el Dios de promesas.

Existen más de 7,000 promesas de Dios acerca de salud, familia, profesión, el pasado, presente y futuro; además del perdón de pecados y la vida eterna.

La mayoría de seres humanos piensan más en un Dios de amenazas y castigos que en un Dios de promesas.

Las Promesas Demandan Esfuerzo.

Su Palabra nos enseña de un Dios que está dispuesto a dar más de lo que nosotros estamos a pedir.

Para superar los temores y eventualidades debemos saber, confiar y recordar lo que Dios ha prometido hacer en nuestra vida.

Recordemos que no es lo que nosotros queremos hacer, consiste en lo que Dios hace a través de nosotros.

La fe en las promesas de Dios no debe servir para hacernos perezosos, sino para avivar nuestro esfuerzo.

Nos corresponde hacer el mejor esfuerzo, caminar por fe y no por lo que vemos, poner los talentos a trabajar; ponernos de pie y hacer todo lo que esté a nuestro alcance.

La Promesa A Todo Un Pueblo.

“y dijeron a todo el pueblo de Israel: ¡La tierra que atravesamos y exploramos es maravillosa! Si el SEÑOR se agrada de nosotros, él nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra fértil, donde fluyen la leche y la miel.” (Num 14:7-8)

Dios había prometido a su pueblo una tierra próspera, maravillosa y fértil; sin embargo, únicamente 2 personas lograron ver esa promesa. Josue y Caleb.

Durante 40 días los 12 príncipes se dieron cuenta de la tierra que Dios había prometido.

Curiosamente los nombres de los padres de estos hombres tienen un significado importante.

Nun, significa posteridad o continuidad. Jefoné, aquel que tiene un camino preparado.

Dios De Promesas

Las actitudes de ambos en relación a la promesa fueron la diferencia.

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A diferencia del resto de exploradores de promesas, ellos dos estaban seguros de la promesa del Señor.

Aferrarnos al Señor y confiar en su Palabra nos hace caminar seguros a pesar de las adversidades y dificultades que se presenten.

Las promesas de Dios nos hacen estar seguros que:

Nada en nuestro pasado puede detenernos, retenernos o excluirnos.

Nada en el futuro puede interponerse en nuestro camino.

El pasado, por difícil, complicado incluso traumático, no es más determinante que una promesa de Dios.

El pasado no determina ni define lo que Dios puede hacer.

Por insignificante que haya sido el inicio, el futuro será mayor.

“Si tú buscaras a Dios e imploraras la misericordia del Todopoderoso, si fueras puro y recto, ciertamente Él se despertaría ahora en tu favor y restauraría tu justa condición. Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera.” (Job 8:5-7)

Tampoco nada en el futuro puede interponerse en nuestro camino.

“Aunque las higueras no florezcan y no haya uvas en las vides, aunque se pierda la cosecha de oliva y los campos queden vacíos y no den fruto, aunque los rebaños mueran en los campos y los establos estén vacíos, ¡aun así me alegraré en el SEÑOR! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación!” (Hab 3:17-18)

El profeta Habacuc percive la posibilidad de que en nuestro camino haya escases y limitación.

Aunque se presenten dificultades en nuestro caminar, aun así nos alegraremos en El Señor.

La promesa de Dios para nuestra vida nos asegura que aunque estén momentos de dificultad podremos superarlos todos.


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