En casa de mi Padre hay abundancia recordaba el hijo pródigo estando esclavizado cuidando cerdos después de haberlo malgastado todo.

Muchas personas han confesado a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas, por lo tanto se les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios; pero no todas las personas verdaderamente gozan del beneficio de tan grande privilegio, puedo encontrar bastantes diferencias con respecto a esta situación, en algunas personas son muy evidentes los beneficios pero lamentablemente en otras no, en otras palabras como que existieran diferentes niveles, estaturas o madurez de hijos.

Hijos O Esclavos

Vemos entonces que de acuerdo a la madurez de los hijos así también los beneficios que se obtienen, la Biblia lo describe claramente:

“En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo. Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre. (Gal 4:1-2)”

Si nos desarrollamos como hijos entonces los beneficios se harán manifiestos cada vez más a nuestra vida.

Nuestro Padre del cielo esta esperando que mostremos desarrollo espiritual, madurez de hijo, estatura en nuestro espíritu para otorgarnos toda clase de bendiciones, podemos decir entonces, a mayor desarrollo mayor beneficio. En lo natural cuando nuestros hijos obtienen buenas calificaciones, su conducta es excelente, nosotros mismos nos vemos obligados a corresponder sus actitudes y eso que somos malos, cuanto más nuestro Padre bueno nos dará todas las cosas.

La clave del beneficio está en nuestro desarrollo, es necesario crecer, no solo en lo natural, nuestro crecimiento debe de ser integral, para poder comprender mejor este punto vamos a tomar la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo en la parábola del hijo pródigo.

El Hijo Menor

“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. (Luc 15:11-12)”

Notamos en estos primeros versículos que fue el hijo menor, el pequeño, quien pidió la parte de la herencia que le correspondía, también se refleja un detalle impresionante, el Padre del cielo ante una petición de uno de sus hijos no se niega, les repartió a ambos los bienes tanto al menor como al mayor, tenemos que saber claramente que nuestro Padre es bueno y tiene para darnos, al momento de nosotros acercarnos a Él podemos tener la certeza que nos puede otorgar todo lo que le pedimos.

El hijo menor gasta la parte de los bienes perdidamente, malgasta todo hasta el punto de no llegar a tener para comer, pero la Biblia describe algo sorprendente:

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! (Lc 15:17)”

El hecho de volver en sí representa saber que tenemos un Padre con casa y abundante pan, muchos hijos aun no han vuelto en sí y por lo tanto siguen pasando hambre y escasez, no se han dando cuenta que tienen un Padre con casa y abundante pan, podemos sacar una preciosa conclusión, la primera señal de prosperidad es saber que tenemos un Padre y una casa donde hay abundancia.

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En Casa De Mi Padre

En casa de mi Padre fueron las palabras del hijo menor, reconoció inmediatamente lo que su padre tenía, en esa casa había abundancia, había trabajo, si nosotros también reconocemos que nuestro Padre tiene abundancia vamos a empezar el camino de regreso hacia la casa, confiadamente debemos de regresar teniendo en nuestro corazón la certeza que el tiene para concedernos mucho más de lo que hemos perdido.

Lamentablemente ahora el hijo menor venía de regreso a la casa del Padre con la mentalidad de ser un jornalero más, esa forma de pensar seguramente la obtiene por todo el tiempo que estuvo al lado de los “cerdos”, si bien es cierto supo que en la casa de su Padre había abundancia él no se creía capaz de recibir más de lo que había perdido, el hijo menor sabía que había pan y trabajo, lo más importante es saber que en esa casa esta nuestro Padre que nos ama y no deja de llamarnos sus hijos, el apóstol Pablo lo describe en la carta a los Romanos cuando dice:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (Rom 8:14-16)”

El Hijo Vuelve A Casa

Somos hijos de Dios y como tales tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros, el más sorprendido fue el hijo, el Padre no permitió que lo trataran como a un jornalero, inmediatamente mando a sacar el mejor vestido, le puso anillo en su mano, zapatos nuevos y ordenó que mataran el becerro más gordo, había que hacer una fiesta, su hijo había vuelto, quien había regresado no era un jornalero, había regresado el mismo hijo que salió de la casa un día.

Tengamos en nuestra mente a cada momento que nuestro Padre es muy bueno, que tiene abundancia y lo mejor de todo es que en su momento nos puede otorgar todo lo que necesitemos, el único molesto por su regreso era el hermano mayor, el que nunca se había ido de la casa, el que siempre había estado con él, pero que también no había gozado de los beneficios de estar en la casa, el mayor no se había malgastado sus bienes perdidamente como el hermano menor, pero tampoco se había podido disfrutar de los beneficios de su padre.

Todo lo del Padre es nuestro también, Él lo quiere compartir con sus hijos, todos los que estamos en su casa podemos gozar de su abundancia y de su misma prosperidad, los aun perdidos se pueden acercar y pedirle y los que han permanecido siempre en su casa y no habían pedido sepan que ahora pueden pedir también.


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