El Reino de Dios necesita personas dispuestas a entrar en nuevos campos a trabajar diligentemente para el Señor, esforzándose por presentarse como obreros aprobados.

Timoteo fue probado para poder ser un instrumento idóneo para la obra del Señor, y por tanto un obrero que no tiene de qué avergonzarse.

Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad. (2Ti 2:15 NVI)

Los obreros aprobados saben que la calidad de su cosecha depende de la semilla que se siembre.

Todo lo que el hombre siembra lo cosecha.

Entendemos que todo lo que el hombre siembre eso cosechará.

“No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.” (Gal 6:7-8, NVI)

Según estos versos, se puede sembrar para agradar a la naturaleza de pecado y para agradar al Espíritu.

Sembrar para la naturaleza de pecado produce destrucción y ruina. Seguir alimentando al viejo hombre y sus pasiones solamente producirá muerte eterna.

Muchos no se dan cuenta que con sus malas actitudes lo único que pueden cosechar es destrucción.

Había en la iglesia de Filipos hombres cuya conducta era reprobable, y que, en sus vidas, daban señales de ser enemigos de la Cruz de Cristo.

Llevaban vidas inmorales, complaciendo sus bajas pasiones y usaban su llamado “cristianismo” para justificarse.

“Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.” (Fil 3:19-20, NVI)

Estos hombres únicamente pensaban en lo terrenal, tenían como propósito satisfacer sus propios deseos.

El libro de Job enseña que al sembrar maldad se cosecha desventura.

“La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura.” (Job 4:8, NVI)

Sembrar Para Agradar Al Espíritu.

El énfasis está en tomar acciones que agraden al Espíritu. Hay que tomar en cuenta que todo lo que hagamos debe de agradar al Señor.

Si sembramos semilla que agrada al Espíritu nuestra cosecha será disfrutar de la vida eterna.

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Todo obrero que ha puesto su vida al servicio de Dios inevitablemente cosechará santidad porque ha sido librado del pecado.

“Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.” (Rom 6:22, NVI)

Preparemos La Tierra.

Revisemos la calidad de nuestra siembra. Si estamos viendo producir únicamente problemas, males y dificultades, seguramente estamos sembrando toda esa clase de semillas.

“Yo dije: “Planten buenas semillas de justicia, y levantarán una cosecha de amor. Aren la dura tierra de sus corazones, porque ahora es tiempo de buscar al SEÑOR para que él venga y haga llover justicia sobre ustedes”. ” (Hos 10:12, NTV)

Si sembramos en justicia, rectitud y equidad, tendremos una cosecha de amor y misericordia.

El Señor ha reservado una cosecha especial de amor, bondad, favor y misericordia; nosotros debemos de sembrar en justicia y rectitud de corazón.

Obreros Aprobados.

Es necesario arar la tierra dura de nuestros corazones. Se le denominaba tierra dura al barbecho.

El barbecho consiste en dejar descansar una porción de tierra por uno o varios años, antes de volverse a cultivar.

El procedimiento consiste en hacer limpieza quitando las malas hierbas, espinos, y malezas; la tierra se “barbechea” es decir, se labra disponiéndola con el fin de tenerla lista para la siembra.

Ahora es tiempo de buscar al Señor, consagrar nuestra vida a Él. Quitar de nuestro corazón cualquier cosa que impida que la buena semilla fructifique.

La lluvia del cielo se escucha llegar. La bondad del cielo se derramará sobre todo aquel que lo busque.

Dios derramará su misericordia y amor como fuerte lluvia sobre nosotros.

Nuestra promesa es que Él sanará nuestra tierra.

Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, me busca, abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. (2Ch 7:14 NVI)

Es el tiempo de buscar al Señor, Él hará llover su bien sobre aquellos que se humillan delante de su presencia.

Cuando le buscamos Él responde, librándonos de todos nuestros temores y fracasos.

Empiece a sembrar acciones justas, la cosecha del Señor llegará muy pronto.


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