Si no estás activamente edificando tu hogar lo podrías estar derribando con tus propias palabras.

El fuego aunque es peligroso no dejamos de usarlo, más bien lo usamos con precaución para cocinar, calentar o alumbrar.

De igual forma la lengua es peligrosa, es como la chispa que prende el fuego. De todas las partes del cuerpo, la lengua es todo un mundo de maldad, contamina todo el cuerpo.

Cuando usamos bien la lengua alabamos a Dios y también servimos a nuestro prójimo.

“Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.” (Santiago‬ 3:9)

Dios nos ha capacitado para poder transmitir nuestros sentimientos y deseos no solamente por medio de señas, sino también por medio de nuestra boca.

También nos ha creado para edificar nuestro hogar y unas de las formas que edificamos nuestro hogar es la manera que hablamos y nos comunicamos con nuestros hijos, nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo.

La Prudencia Al Hablar

La belleza que puede tener una mujer es su manera de hablar.

La manera que se expresa ante cualquier situación y más aún la manera al comunicarse con su pareja y sus hijos, es una característica que atrae a muchos a sentirse seguros y a gusto a su lado.

Es importante que una mujer se arregle externamente, tenga una linda apariencia, pero el tener prudencia al hablar, ser cautelosa en las palabras que usa, tener tacto, es como una joya de mucho valor, no todas la poseen.

“Hijo mío, no se aparten de tus ojos estas cosas: guarda la Ley y el consejo, que serán vida para tu alma y gracia para tu cuello.” (‭‭Proverbios‬ ‭3:21-22).

Se necesita sabiduría para poder edificar un hogar sano y una familia llena de valores, temor de Dios, amor propio y al prójimo.

Una mujer decidida a cuidar de su hogar entiende que la fuente de la sabiduría es Dios, y por esa razón su mirada siempre estará en Dios.

Edificando Con Las Palabras

“Mas yo a ti he clamado, Jehová, y de mañana mi oración se presenta delante de ti.” (Salmos 88:13)

Una mujer llena de la sabiduría de Dios entiende que la mejor forma de ser ejemplo a otros y dejar que su belleza real se refleje es por medio del Espíritu Santo, y eso se consigue dando el primer lugar a Dios.

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No sabemos que enfrentaremos cada día pero sí podemos estar segura que si dependemos de nuestro Padre celestial tendremos las herramientas necesarias para enfrentar situaciones difíciles de la mejor manera, y podremos practicar el dominio propio y elegir con mayor cautela nuestras palabras.

Los estudios dicen que una mujer habla 20,000 palabras al día, pero aun así podemos tener la capacidad de cuidar lo que decimos. Hablamos todos los días pero no debemos hablar todo el tiempo.

Debemos de saber escoger el momento para hablar, y las palabras adecuadas como mujeres que hemos sido creadas para edificar nuestro hogar.

Una pequeña pausa puede evitar muchos problemas.

Haz que tus palabras se alineen con las escrituras.

“Sin embargo, su voz atraviesa el mundo entero, sus palabras llegan al último rincón de la tierra. Dios le ha dado al sol el cielo como hogar.” (Salmo 19:4)

Guarda para ti más de lo que compartes con otros. Hay un dicho que dice: somos dueños de lo que callamos, pero esclavos de lo que decimos.

“El bruto da rienda suelta a su enojo, pero el sabio se controla a sí mismo.” (Pro 29:11)

USA EL DISCERNIMIENTO

La mayoría de los problemas de parejas es que no se escoge el momento adecuado para hablar, o simplemente para mantenerse callada.

Saber tener dominio propio y control de cuándo hablar evita muchos problemas innecesarios.

En ocasiones la mejor palabra es la que no se dice, y buscar el momento para hablar.

“Yo todavía tengo mucho que decirles, pero ahora sería demasiado para ustedes.” (Juan 16:12)

Aún Jesús supo cuando debía mantenerse callado sin decir todo lo que tenía que decirle a sus discípulos.

Ruego a Dios que podamos abrazar la sabiduría, dominio propio y la prudencia para ser esa mujer que necesita nuestra familia.


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