EL REINO INCONMOVIBLE

La Biblia dice que desde los días de Juan el bautista el Reino de Dios sufre violencia, y los valientes son los que lo arrebatan. Lucas también menciona que muchos son los que se esfuerzan por entrar en el Reino de cielos.

Cuando hablamos de Reino nos referimos a la INFLUENCIA DE GOBIERNO de un Rey sobre su territorio, impactando con su VOLUNTAD, PROPÓSITO E INTENCIÓN PERSONAL, produciendo una cultura, valores, moral y estilo de vida que reflejan los deseos y la naturaleza del rey ante sus ciudadanos.

La idea es que fuéramos salvos con el propósito de que estableciéramos su gobierno aquí en la tierra a través de su iglesia y no que “simplemente” fuéramos salvos para llevarnos eternamente al cielo.

Por esta razón, Dios ha capacitado a la iglesia, o sea, a nosotros, con habilidades, dones y ministerios. Lo primero que debemos tener claro es la clase de Reino que tenemos.

El Reino Inconmovible de Dios

Cuando decimos inconmovible es que no se mueve, no cambia, NADA LO PUEDE DETENER, nunca podrá ser destruido, es un reino que PERMANECE PARA SIEMPRE.

Todas las cosas pueden ser destruidas; el mundo, tal como lo conocemos, puede ser desarraigado; la vida, como la experimentamos, puede llegar a su fin; pero una cosa permanecerá eternamente: LA RELACIÓN QUE EL CRISTIANO TIENE CON DIOS.

Ahora veamos la historia del rey Ezequías y las acciones que tomó en su defensa mostrando que así funciona el reino inconmovible.

Después de semejante muestra de fidelidad por parte de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, dispuesto a conquistarlas. (2Cr 32:1 NVI)

La historia de este rey inicia mencionando que después de la fidelidad mostrada, lo atacaron. Quiere decir que el enemigo querrá conmover nuestra posición en el reino lanzando ataques en nuestra contra.

Ezequías, su nombre significa LA FUERZA DEL SEÑOR. Ahora iba a ser atacado por Senaquerib, que significa destrucción; de lo que podemos ver como un reino debe actuar.

Organice Sus Recursos, No Se Aísle.

Recuerde que Dios lo hizo un victorioso, solo necesita ser valiente. Piense en una estrategia, no entre en desesperación. Mire con que puede contar. Dios sigue estando con usted.

Muchas personas se aíslan en sus luchas y se quedan solos; mejor empiece a organizarse y propóngase hacerle la guerra al enemigo. Recuerde todo lo que pasa tiene un propósito, y todas las cosas ayudan a bien.

Se reunió con sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos lo apoyaron. (2Cr 32:3 NVI)

Implemente La Estrategia

No le atribuya más fuerza a su enemigo. Debilítelo y no le de acceso a sus recursos. Recuerde que el enemigo anda como león rugiente buscando a quien devorar. Réstele credibilidad al enemigo.

Dígale a su problema las palabras que David usaba: Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del SEÑOR de los ejércitos. El SEÑOR te entregará hoy en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza.

Cegó Los Manantiales

Entonces se juntó mucha gente, y entre todos cegaron los manantiales y el arroyo que atravesaba la región, pues no querían que al llegar los reyes de Asiria encontraran agua en abundancia. (2Cr 32:4 NVI)

El plan de Ezequías fué cegar los manantiales de modo que no fuesen descubiertos por el enemigo, y llevar el agua por canales subterráneos o tubos a la ciudad, plan que aseguraría una abundancia de agua a los habitantes, pero que perjudicaría al enemigo, ya que la campiña alrededor de Jerusalem era muy desprovista de agua.

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Ármese de valor, Reconstruya Las Murallas y Fabrique Armas.

No pelee con sus propias fuerzas, nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios. Levante muros de protección, vallados alrededor de usted y los suyos.

A esto se le conoce como intercesión profética. Rodee a sus hijos con protección del cielo.

El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen.

Armándose de valor, Ezequías reconstruyó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres sobre ella; también construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes de la Ciudad de David, y mandó fabricar muchas lanzas y escudos. (2Cr 32:5 NVI)

Anímese Con Sus Palabras

Elimine palabras de derrota, decepción o frustración. No debemos “atarnos” con los dichos de nuestra boca.

Nunca subestime el poder de sus palabras. En nuestra boca está el poder de la vida y de la muerte.

Luego puso jefes militares al frente del ejército y, luego de reunirlos en la plaza frente a la puerta de la ciudad, los arengó con estas palabras: «¡Cobren ánimo y ármense de valor! No se asusten ni se acobarden ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso. (2Cr 32:6-7 NVI)

Mantenga firme su oración

Recuerde que la oración es el arma más poderosa que tenemos, la Biblia dice: la oración del justo, puede mucho.

Se nos exhorta a orar sin cesar y con fe en Dios, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.

Por ese motivo, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz clamaron al cielo en oración. (2Cr 32:20 NVI)

Crea en lo sobrenatural

Entonces el SEÑOR envió un ángel para que exterminara a todos los soldados y a los jefes y capitanes del campamento del rey de Asiria, y éste tuvo que volver avergonzado a su país. Al entrar en el templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron. (2Cr 32:21 NVI)

Crea que Dios le devolverá la paz

Así salvó el SEÑOR a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de todos sus enemigos, y les dio paz en todas sus fronteras. (2Cr 32:22 NVI)

Siga siendo fiel en sus ofrendas

Entonces muchos fueron a Jerusalén con ofrendas para el SEÑOR y regalos para Ezequías, rey de Judá. De este modo aumentó el prestigio de Ezequías entre todas las naciones. (2Ch 32:23 NVI)

El reino inconmovible de Dios nadie lo podrá detener, el rey Ezequías nos dejó un gran ejemplo de esto, si aplicamos estos principios tampoco en nosotros podrán detener el propósito eterno de Dios.

 


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