La promesa de Dios para su pueblo fue librarlos de la esclavitud, del temor y del oprobio, y llevarlos a una tierra de descanso y abundancia, donde fluía leche y miel. Josué al final de sus días pudo testificar que Dios cumplió su promesa al pie de la letra.

El cambio sería drástico, pasarían de ser esclavos y pobres a un estado de libertad y abundancia.

Por lo mismo, cambiar la mentalidad y la forma de hablar serían los obstáculos más grandes para vencer.

Ni una sola de las promesas del Señor dejó de cumplirse.

“Así fue como el SEÑOR les entregó a los israelitas todo el territorio que había prometido darles a sus antepasados; y el pueblo de Israel se estableció allí. El SEÑOR les dio descanso en todo el territorio, cumpliendo así la promesa hecha años atrás a sus antepasados. Ninguno de sus enemigos pudo hacer frente a los israelitas, pues el SEÑOR entregó en sus manos a cada uno de los que se les oponían. Y ni una sola de las buenas promesas del SEÑOR a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra.” (Jos 21:43-45)

Desafortunadamente al momento de llegar a reconocer esa tierra prometida los líderes principales encomendados desanimaron al pueblo con su informe negativo.

“Y le contaron a Moisés, y le dijeron: “Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel, y éste es el fruto de ella. “Sólo que es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes de Anac.” (Num 13:27-28)

Diez de los líderes principales tenían una perspectiva errónea. Se miraron como los veían los habitantes de Canaán, tan pequeños e insignificantes como langostas.

Josué y Caleb vieron a Israel desde el punto de vista de Dios, diciendo: más podremos nosotros que ellos.

“Entonces Caleb calmó al pueblo delante de Moisés, y dijo: “Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos.” (Num 13:30)

DIOS CUMPLIÓ SU PROMESA

Dios nunca ha negado la presencia de enemigos y desafíos reales; sólo nos anima a mirarle a Él, y no a nuestras limitaciones.

Para los diez príncipes incrédulos, el problema de los gigantes era insuperable. Para los dos príncipes creyentes, los gigantes eran insignificantes.

“Pero los hombres que habían subido con él dijeron: “No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.”(Num 13:31)

El cumplimiento de la promesa de Dios también está determinada por la actitud con la que nosotros tomamos el desafío.

Toda esa generación se quedó sin poder disfrutar de la promesa de Dios a causa de su incredulidad.

SI EL SEÑOR SE AGRADA DE NOSOTROS

La actitud adecuada la tuvieron los hombres que creyeron en la palabra de Dios.

“Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el SEÑOR ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el SEÑOR está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!” (Num 14:8-9)

La determinación para conquistar se basa en la seguridad y confianza en Dios. Caleb tenía la convicción firme de ser del agrado de Dios para poder contar con su respaldo.

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Todo estaba condicionado a una cosa importante, ser del agrado de Dios. Si se cumplía con esta condición iban a poder entrar y tomar posesión de la promesa; algo que les correspondía.

Todo aquel que es del agrado de Dios es bendecido.

“Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.” (2Sa 22:20)

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LOS QUE TEMEN AL SEÑOR SON DE SU AGRADO.

El Señor se agrada de todo aquel que le teme, se agrada de los que le muestran respeto. La persona que confía en su gran amor se vuelve del agrado de Dios.

“El SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor.” (Sal 147:10-11)

De vez en cuando leemos o escuchamos relatos de tesoros que han sido escondidos desde hace siglos, y de los esfuerzos incansables de personas para encontrarlos.

Uno se apasiona con la posibilidad de encontrar algo de valor que ha estado escondido durante largo tiempo.

Es así con el temor de Jehovah. Este tesoro es la adquisición de más valor que pudiéramos lograr.

“Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra.” (Jer 32:40-41)

NUESTRO GUERRERO VICTORIOSO

Él es nuestro guerrero victorioso. Si tenemos a Cristo en nuestra vida somos su deleite, así como se complace en Jesús también se deleita en nosotros. Fue la palabra dada al profeta Sofonías para nuestra vida.

“porque el SEÑOR tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos como en los días de fiesta. Yo te libraré de las tristezas, que son para ti una carga deshonrosa.” (Sof 3:17-18)

El Padre se deleitó en su hijo amado, fue al momento de salir de las aguas del río Jordán que el cielo fue abierto y se escuchó una voz que decía: Este es mi hijo amado en quien me complazco.

En Cristo Jesús está el deleite del Padre, por lo tanto, si permanecemos en Él y somos revestidos de esa nueva naturaleza también nosotros seremos del agrado del Padre, y también podremos decir como Josué, Dios cumplió su promesa en mi vida.


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