Posiblemente muchos sepamos que nada es imposible para nuestro Dios. En realidad nada sucederá hasta que alguien crea que es posible.

Otros podrán decir: Ver para creer, Dios dice exactamente lo contrario, creer para ver. Hay algunas cosas que nunca veremos a menos que las creamos primero.

Cada gran logro comienza cuando alguien primero cree que es posible. La fe convierte los sueños en realidades.

De eso se trata la fe, tener la certeza de las cosas que se esperan.

VASIJAS QUE GUARDAN PROMESAS

“ Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: “Toma estas escrituras, esta escritura de compra sellada y esta escritura abierta, y ponlas en una vasija de barro para que duren mucho tiempo”. Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: “De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra ”. (Jer 32:14-15, LBLA)

Nada Es Imposible Para Mí.

El profeta Jeremías al momento de recibir esa palabra estaba encerrado en una prisión en la casa del rey de Judá.

El Señor le había dado la orden de comprar un terreno en las afueras de la ciudad.

Por ese tiempo Jerusalén estaba sitiada por los Caldeos, quienes esperaban el momento de tomar la ciudad y tomar cautivos a los habitantes.

La causa del encierro del profeta Jeremías se debió a que profetizaba acerca de la derrota del rey Sedequías.

“porque Sedequías, rey de Judá, lo había encerrado, diciendo: ¿Por qué profetizas, diciendo: «Así dice el SEÑOR: “He aquí, voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará;” (Jer 32:3, LBLA)

Jeremías compra la propiedad y ordena que las escrituras sean puestas en una vasija de barro con el objetivo de que se preservaran durante mucho tiempo.

Porque el Señor las usaría como una señal que volvería el tiempo de comprar y vender casas, campos y viñas en la ciudad de Dios.

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De cierta forma la vasija de barro de Jeremías guardaba la promesa de la restitución y restauración de Dios.

Esa vasija de barro nos representa a cada uno de nosotros; que tenemos guardadas todas las promesas de la restauración y liberación de Dios.

Somos vasijas de barro, de poco valor, pero guardamos grandes tesoros invaluables.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos;” (2Co 4:7-9, LBLA)

A pesar de las circunstancias de encierro y limitación del profeta, de la situación de Jerusalén y de la profecía dada por el Señor, Jeremías creyó en la Palabra de Dios y obedeció.

¿HABRÁ ALGO IMPOSIBLE PARA MÍ?

“SEÑOR mi Dios, a pesar de que la ciudad caerá en manos de los babilonios, tú me has dicho: “Cómprate el campo al contado en presencia de testigos.” (Jer 32:25, NVI)

Por tal razón, El Señor le respondió:

“Entonces vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo: He aquí, yo soy el SEÑOR, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?” (Jer 32:26-27, LBLA)

No hay nada imposible para Dios, sin importar las condiciones y la calamidad que había en Jerusalén, Dios había dado la promesa de restauración de todas las cosas.

Seamos como esa vasija de barro que contenía las escrituras de propiedad del terreno de Jeremías.

Guardemos y conservemos intacta la promesa para nosotros.

Aunque TODO esté en calamidad o desolado, para Dios no hay nada imposible.

El Señor restaurará nuestra economía, familia, salud, el servicio a Dios.

Posiblemente estemos viendo lo difícil de la situación; por imposible que parezca, para Dios no hay nada imposible. Sigamos confiando, creyendo en las promesas del Señor.


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