Para cada situación en nuestra vida Dios tiene un plan previamente establecido.

Y sus planes son de bien y no de mal.

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jer 29:11)

UN PLAN DE ANTEMANO

El diseño o plan de Dios no es darnos adversidad, aflicción, agravio, o desgracias dolorosas; pero Él utiliza cada una de estas situaciones para completar el plan que tiene para nosotros.

No podemos controlar lo que atravesamos, pero podemos decidir si va a amargar o a mejorar nuestra vida.

Decidimos si el dolor será un escalón o un obstáculo. Hay que recordar que incluso en el dolor, Dios está obrando para bien.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efe 2:10)

Dios conoce exactamente lo que necesitamos, porque Él ya ha visto lo que vamos a enfrentar.

Y sobre todo proveerá de todo lo necesario para cumplir su propósito.

UN PLAN PERFECTO PARA CUALQUIER CRISIS

Muchas crisis y hambrunas azotaron la tierra en tiempos bíblicos, afectando al pueblo del Señor y al mundo entero.

“Cuando Jacob se enteró de que había alimento en Egipto, les dijo a sus hijos: ¿Qué hacen ahí parados, mirándose unos a otros? He sabido que hay alimento en Egipto. Vayan allá y compren comida para nosotros, para que no muramos, sino que podamos sobrevivir. Diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar alimento. Pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José, se fuera con ellos porque pensó que podría sucederle alguna desgracia. Fue así como los hijos de Israel fueron a comprar alimento, al igual que otros, porque el hambre se había apoderado de Canaán.” (Gen 42:1-5)

¿No tenía Dios un plan de emergencia para los hijos de Israel durante la hambruna mundial?

Él envió a José por delante a Egipto, lo puso como asesor de Faraón y llenó los almacenes con suficiente grano para sobrevivir a la hambruna.

“Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas. Desde hace dos años la región está sufriendo de hambre, y todavía faltan cinco años más en que no habrá siembras ni cosechas. Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra. Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto.” (Gen 45:5-8)

Debemos de estar seguros que los planes de Dios son de bienestar y no de calamidad para tener un mejor futuro.

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No importa cuán inestable se vuelva el mundo, el pueblo de Dios puede estar seguro y confiado porque nuestro Señor ha prometido una protección especial cuando más se necesita.

DIOS TIENE UN PLAN PARA TIEMPOS DE CRISIS

¿No tenía Dios un plan para Elías?

Mientras su nación se tambaleaba bajo el impacto de un colapso económico y la comida escaseaba debido a la hambruna severa, así como a un rey malvado que había puesto precio a su cabeza, Dios puso en práctica su plan de emergencia para Elías.

El Señor escondió a su profeta junto a un arroyo tranquilo y lo alimentó haciendo que los cuervos le entregaran su alimento.

“Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán. Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí.» Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del SEÑOR. Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo.” (1Re 17:3-6)

El plan de supervivencia también incluía aceite y harina de una viuda que nunca se acabaron.

“Entonces la palabra del SEÑOR vino a él y le dio este mensaje: «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer.»” (1Re 17:8-9)

Aunque aparentemente la viuda no podía ayudar del todo al profeta, Dios obró en un milagro de abundancia.

Solo bastó con la obediencia de la viuda para activar la palabra profética.

“Porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el SEÑOR haga llover sobre la tierra.” (1Re 17:14)

El plan de Dios funcionó perfectamente; sustentó al profeta y preservó la vida de la viuda y de su hijo.

Seamos obedientes a la palabra de Dios; Su plan funcionará a la perfección, recordemos que su Palabra no regresa vacía.


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