La fe es un regalo que crece en la medida que lo usamos. En cada proceso de la vida vamos desarrollando nuestra fe.

El evangelio de Juan nos relata la historia de un diplomático del rey Herodes, un hombre distinguido que tenía a su hijo enfermo.

Este fue a buscar a Jesús confiando en poder tener una solución a su problema.

Fe Para Ir A Buscar A Jesús

Fue caminando una distancia de aproximadamente 20 millas.

Este diplomático empieza a ejercitar su fe teniendo la convicción que Jesús le puede ayudar.

“Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte.” (Jua 4:47)

Primero, creyó lo suficiente para ir a pedirle ayuda al Señor.

Nosotros también creemos en lo que El Señor puede hacer en nuestra vida y la de los nuestros.

Estamos buscando constantemente al Señor porque creemos en lo que ha hecho, hace y hará con nosotros.

Fe Para Creer En La Palabra

Segundo, creyó en la palabra de Jesús de que su hijo sanaría e inmediatamente se puso en camino.

“Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue.” (Jua 4:50)

En este punto es donde muchos nos encontramos, en el camino a ver el cumplimiento de la palabra de Jesús.

Nuestra fe crece cuando creemos a la Palabra del Señor, aún sin haber visto la respuesta caminamos confiados en lo que Jesús dijo.

La casa del oficial estaba en Capernaum; sin detenerse, el tiempo aproximado en recorrer esa distancia era de 6 hrs.

En algún momento del trayecto se detiene y descansa. Solamente aquel que cree en la Palabra que recibe encuentra descanso.

“Entonces él les preguntó la hora en que comenzó a mejorarse, y le dijeron: Ayer a la una de la tarde le dejó la fiebre.” (Jua 4:52)

El hombre se demoró un día en regresar a su casa. A eso le podemos llamar descansar en las promesas de Dios.

Los que confían en el Señor son como el monte de Sión, reciben nuevas fuerzas y no serán avergonzados.

“No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.” (Jua 14:1)

Cada día tiene su propio afán, recordemos que la parábola del sembrador nos enseña que debido a las preocupaciones de esta vida la semilla no germina y no da fruto.

“El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto.” (Mat 13:22)

EL AFÁN, LAS PREOCUPACIONES Y LA ANSIEDAD.

Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán. La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! (Lucas 12:22-24 NVI)

El contexto de estos versos nos habla acerca de las preocupaciones y el afán de la vida. Muchos vivimos preocupados, ansiosos y estresados.

Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. (Filipenses 4:6 LBLA)

Pablo establece que la acción de gracias debe ser el acompañamiento universal de la oración. Cualquiera que sea la situación, es necesario dar gracias.

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Como resultado de esto, Dios nos dará Su paz para guardar nuestro corazón y nuestros pensamientos.

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.” (Fil 4:7)

FIJENSE EN LOS CUERVOS

El Señor en el pasaje de Lucas nos instruye a fijarnos en los cuervos; a ellos Dios los alimenta.

Interesante saber que Dios es quien alimenta a los cuervos; Él mismo se atribuye el hecho de alimentar a esta clase de aves. En el Antiguo Testamento, Dios se lo recuerda a Job.

¿Eres tú quien alimenta a los cuervos cuando sus crías claman a mí y andan sin rumbo y sin comida? (Job 38:41 NVI)

Muchos de nosotros estamos caminando a ver el cumplimiento de la Palabra que hemos recibido.

Caminemos confiando en El Señor, descansemos en su promesa; no haya duda en nuestro corazón que Él cumplirá su Palabra.

Por nada estemos angustiados.

Así como Dios cuida a las pequeñas aves, cuida de nosotros; alimentando nuestra mente, cuerpo, alma y espíritu.

Fe Para Que Otros Crean

Tercero, él y toda su casa creyeron en Jesús.

“El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa.” (Jua 4:53)

La fe del diplomático se expandió y se compartió con toda su casa; todos creyeron en Jesús.

Al igual que este hombre importante, todos podemos ir desarrollando nuestra fe, comenzando buscando al Señor.

No importa la situación que te lleva a buscarlo, cree en Su Palabra y empieza a caminar, descansa en sus promesas y veras el cumplimiento de la promesa.


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