La iglesia en el libro de los Hechos de los apóstoles nos enseña que la oración constante y ferviente a Dios recibe respuestas inmediatas.

“En ese tiempo el rey Herodes hizo arrestar a algunos de la iglesia con el fin de maltratarlos. A Jacobo, hermano de Juan, lo mandó matar a espada. Al ver que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Esto sucedió durante la fiesta de los Panes sin levadura. Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua. Pero mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él.” (Hch 12:1-5)

La incesante oposición de las tinieblas representadas por Herodes en este pasaje del libro de los Hechos, nos enseñan que hoy día la iglesia del Señor debe seguir peleando la buena batalla de fe.

La respuesta de la iglesia ante tales incursiones espirituales debe ser siempre la oración constante y ferviente.

Desde esta perspectiva, la oración es el aliento vital del creyente. Es algo absolutamente indispensable. Hay determinadas épocas que requieren más esfuerzo en la oración, junto con un gran fervor, y perseverancia.

LA ORACIÓN TRAE LIBERACIÓN

El relato de la liberación de Pedro es sorprendente; una noche antes de ser llevado a juicio y posteriormente ser ejecutado, un ángel llega a la prisión y saca a Pedro de la cárcel.

Rompiendo cadenas y abriendo puertas de hierro el ángel del Señor saca a Pedro de la cárcel que lo tenía retenido.

Versos antes se menciona que Herodes había mandado matar a Jacobo hermano de Juan; la pregunta es: ¿porque no libró a Jacob de la misma forma que libró a Pedro?.

ORACION CONSTANTE Y FERVIENTE

Lo primero que debemos considerar en nuestras oraciones es la soberanía de Dios.

Él realiza cualquier cosa conforme a su santa, inescrutable, independiente, libre, agradable y perfecta voluntad, a fin de cumplir a cabalidad todos sus propósitos divinos.

Nuestro Dios es Soberano, nada ni nadie puede hacer que Su voluntad deje de cumplirse.

Por lo mismo la Biblia nos enseña que debemos orar conforme a la voluntad de Él.

“Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.” (1Jn 5:14-15)

El principio de la oración es que para que sea contestada debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios.

Estar alineados y sintonizados a la voluntad de Dios hace que Él nos escuche; por lo tanto nuestra oración tendrá la respuesta del Señor.

Cuando tenemos comunión con Él, hacemos de Su voluntad la nuestra. Por el Espíritu Santo, Él nos llena con el conocimiento de Su voluntad.

En una condición así, no pediríamos nada fuera de la voluntad de Dios.

Cuando pedimos en conformidad a Su voluntad, recibimos de Él aquellas cosas que le pidamos.

LA ORACIÓN DE SANSÓN.

“Entonces Sansón oró al SEÑOR: «Oh soberano SEÑOR, acuérdate de mí. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas sólo una vez más, y déjame de una vez por todas vengarme de los filisteos por haberme sacado los ojos.»” (Jue 16:28)

Esta vez Sansón había invocado al Soberano Dios; aceptando por fin hacer la voluntad del Señor y cumplir finalmente su llamado de defender al pueblo de los filisteos.

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Fueron muchos más los que Sansón mató al morir, que los que había matado mientras vivía.

Siempre Sansón había hecho lo que mejor le parecía, fue hasta el último momento que tuvo la oportunidad de aceptar la soberanía del Señor.

El Señor lo escuchó y la fuerza le volvió; hoy el nombre de Sansón aparece junto a los héroes de la fe de la carta a los Hebreos.

INGREDIENTES DE LA ORACIÓN

Dice que la obediencia es una condición importante de la oración. Recibimos lo que pedimos, porque guardamos Sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

“y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.” (1Jn 3:22)

Poner por obra Su Palabra y obrar en fe, pues sin fe es imposible agradar a Dios, provoca la favorable respuesta a nuestras peticiones.

Dar pasos de fe poniendo por obra sus palabras abren el camino a obtener las favorables respuestas de las oraciones.

PERMANECER EN COMUNIÓN

Permanecer en Cristo es también una condición de la oración. Si habitamos en Él, y Sus palabras habitan en nosotros, pediremos lo que necesitemos, y se nos concederá

“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.” (Juan 15:7)

Cuanto más cerca vivamos de Cristo, más oraremos como es debido. Cuanto más correctamente oremos, mayor será la respuesta que recibamos.

Pedir en Su nombre es otra condición de la oración. Si pedimos alguna cosa en Su nombre, Él la hará.

“Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.” (Jua 14:14)

Al decir que podemos pedir en su nombre significa autoridad para representarlo; debemos saber que somos autorizados para portar su nombre e identidad.

En Su nombre echamos fuera demonios y sanamos enfermos. Pues lo conocemos y Él nos conoce a nosotros.

ACTITUDES DE LA ORACIÓN.

Con plena devoción, anhelando con toda el alma que la petición sea escuchada. Como lo hacía David en uno de sus Salmos.

“Atiende, SEÑOR, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria.” (Sal 5:1-2)

En todo tiempo y con perseverancia.

“Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos;” (Efe 6:18)

La oración constante y ferviente debe de llevar algo importante que es la insistencia.

“Les digo que tal vez no se levante a darte nada por amistad, pero tu insistencia lo hará darte todo lo que necesites.” (Luc 11:8)

No debemos de dejar de orar en todo tiempo; seamos sanamente insistentes a Dios en nuestras oraciones, teniendo presente que pedimos conforme a Su voluntad. Recordemos que Él dejó escrito que clamaríamos a Él y nos respondería.

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