LOS EDIFICADORES

“Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; cayó, y grande fue su destrucción.” (Mat 7:24-27)

Jesús concluye una serie de enseñanzas con una parábola que destaca la importancia de poner en práctica sus palabras.

Menciona a dos tipos de edificadores, uno sabio o prudente y el otro insensato o necio.

LOS EDIFICADORES SABIOS O NECIOS

En este contexto básicamente la diferencia entre uno y el otro es poner en práctica la Palabra de Dios; para ser sabio lo principal es poner por obra las palabras del Señor.

Todo lo contrario con el necio o insensato, simplemente no practica lo que la Palabra de Dios enseña.

La epístola del apóstol Santiago nos recuerda que todo aquel que únicamente escucha la Palabra sin ejecutarla solamente se engaña así mismo.

“Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.” (Stg 1:22)

El discípulo que oye y pone por obra las palabras de Jesús es como un hombre prudente y sabio, que edificó su casa sobre la roca.

Su casa (su vida) tiene un sólido fundamento, y cuando es golpeada por la lluvia, las corrientes de agua y los fuertes vientos, no cae.

Solo una casa cuyo cimiento sea firme podrá resistir la tormenta; y solo una vida cuyos cimientos sean estables podrá superar la prueba.

En ocasiones es difícil comprender por qué pasamos por aflicciones, lo que sabemos es que Dios tiene un propósito en cada una de ellas.

Y si estás atravesando por eso ahora, no te rindas, Dios te sacará adelante, y al final encontrarás que Él ha tratado contigo y te ha enseñado cosas que no podrías aprender de otra manera.

LAS DIFICULTADES NOS GOLPEARAN

En ambos casos a los dos edificadores les sobrevino la tormenta, se les creció la corriente y los fuertes vientos golpearon las casas.

El hecho de que usted decida edificar sobre la roca no le resta que las dificultades no lleguen a su vida.

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Algunas personas pueden llegar a pensar que por estar poniendo por obra la Palabra de Dios no le vendrán dificultades. Jesús dijo a sus discípulos:

“Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Jua 16:33)

Todos estamos expuestos a atravesar momentos difíciles, no estamos exentos de las pruebas o tribulaciones. Absolutamente todos vamos a enfrentar en algún momento las lluvias, las corrientes impetuosas y los fuertes vientos.

Nuestra vida (casa) puede ser azotada por la dificultad.

“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el SEÑOR.” (Sal 34:19)

El apóstol Pablo hacía referencia que las tribulaciones y aflicciones son pasajeras, las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre.

Al superarlas Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre, una gloria grande y maravillosa.

UN PESO DE GLORIA MAYOR

“Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación,” (2Co 4:17)

En Dios todo obra para bien, quizá no se logre entender, es difícil aceptar la adversidad y digerir como se debe esa etapa.

Pero los planes de Dios son de bien y no de mal. Tal como sucedió con José, el Señor convirtió todo ese mal que vivió en bendición.

“Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente. Ahora pues, no temáis; yo proveeré para vosotros y para vuestros hijos. Y los consoló y les habló cariñosamente.” (Gen 50:20-21)

José en Egipto atravesó por dificultades, aflicciones y muchas adversidades, pero cada una de ellas Dios las convirtió en beneficio de los demás.

El Señor nos librará de toda calamidad y de cualquier desgracia; únicamente debemos buscar su refugio y poner toda confianza en Él.

“Aunque yo ande en medio de la angustia, tú me vivificarás; extenderás tu mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salvará.” (Sal 138:7)

Muchas pueden ser las aflicciones o tribulaciones por las que puedas estar atravesando, Pero Dios sigue siendo fiel.

Empezaremos poniendo por obra la Palabra de Dios, seremos edificadores sabios accionando cada Palabra de Dios.


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