“Pon en manos del SEÑOR todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán.” (Pro 16:3)

Todos nos proponemos metas con el objetivo de alcanzarlas.

Poner en la manos del Señor todo lo que hacemos es garantía de éxito.

Cada nuevo año trae nuevas metas y nuevos propósitos. Planes que deseamos alcanzar y lograr los objetivos trazados.

Planificar diligentemente esos nuevos planes nos ayudarán a alcanzar cada uno de esos objetivos.

“Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!” (Pro 21:5)

SINCRONIZANDO LOS PLANES ETERNOS

La Palabra de Dios nos enseña que nuestro Señor tiene planes de bien y no de mal. Por lo tanto, lo primero será sincronizar los planes de Dios con los nuestros.

Algunos de nuestros planes se alejan del propósito de Dios.

No podemos olvidar que buscando primeramente el reino de Dios y su justicia todo lo demás vendrá añadido.

LOS PLANES ETERNOS DE DIOS

El pueblo de Israel se había dedicado a construir y edificar sus propias casas; se habían olvidado de los planes del Señor.

“¿Acaso es el momento apropiado para que ustedes residan en casas techadas mientras que esta casa está en ruinas? Así dice ahora el SEÑOR Todopoderoso:¡Reflexionen sobre su proceder! Ustedes siembran mucho, pero cosechan poco; comen, pero no quedan satisfechos; beben, pero no llegan a saciarse; se visten, pero no logran abrigarse; y al jornalero se le va su salario como por saco roto. Así dice el SEÑOR Todopoderoso: ¡Reflexionen sobre su proceder!” (Hag 1:4-7)

No era el momento adecuado para realizar esos planes.

La casa del Señor estaba en ruinas. El pueblo debía reflexionar sobre sus planes.

EN SACO ROTO

Su producción se estaba perdiendo, el salario se perdía como un saco roto.

Alinear los planes de Dios con los del pueblo traería una bendición grande.

Para que nuestros propósitos se logren debemos encomendar todos nuestras obras en las manos del Señor.

Encomienda sin reservas tus obras y tus caminos al Señor.

Entonces empezará a ajustar nuestros pensamientos a los de Él, hasta que llegue el momento en que sepamos lo que debemos hacer.

COSECHAN POCO

“Vayan ustedes a los montes; traigan madera y reconstruyan mi casa. Yo veré su reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria —dice el SEÑOR—. Ustedes esperan mucho, pero cosechan poco; lo que almacenan en su casa, yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué? ¡Porque mi casa está en ruinas, mientras ustedes sólo se ocupan de la suya! —afirma el SEÑOR Todopoderoso—.” (Hag 1:8-9)

Los planes de Dios eran reconstruir Su casa, los planes del pueblo estaban dirigidos a sus propias casas e intereses.

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Esa era la razón por la cual cosechaban poco.

El pueblo debía reflexionar en sus planes y alinearse a los planes de Dios.

El Señor promete manifestar Su gloria al momento de construir su casa.

EL SEÑOR PROVOCÓ UNA SEQUÍA

“Yo hice venir una sequía sobre los campos y las montañas, sobre el trigo y el vino nuevo, sobre el aceite fresco y el fruto de la tierra, sobre los animales y los hombres, y sobre toda la obra de sus manos.” (Hag 1:11)

Cuando nuestros planes no se alinean a los del Señor se provoca una sequía material y espiritual.

No se producía trigo ni vino nuevo, el fluir de la Palabra y el gozo no estaba; tampoco había aceite fresco que representa la unción nueva del Espíritu Santo.

Toda obra de las manos no prosperaba.

La vida del pueblo era simple, no había la plenitud de Dios en medio de Su pueblo.

Fue necesario despertar el espíritu de todo el pueblo y sus líderes.

“ Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, ” (Hag 1:14)

El pueblo estaba espiritualmente dormido.

Una vez inquietos en su espíritu, movidos por El Señor empezaron a reconstruir la casa de Dios.

Unicamente atentos y despiertos al mover del Espíritu Santo vamos a iniciar la reconstrucción de la casa.

Llego el tiempo de despertar y abrir los ojos a los planes de Dios.

Una gloria mayor que la primera está por iniciar en la casa del Señor.

Volvamos a edificar la casa del Señor; despertemos del acomodamiento y veremos la gloria del Señor en nuestra vida.

Los planes eternos de Dios se cumplirán y todo nuestro bienestar será restaurado.

“Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él actuará” (Sal 37:5)

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