Uno de los episodios más conmovedores durante el ministerio de Jesús en la tierra fue su tristeza por Jerusalén. Ellos no reconocieron la visitación del Señor.

A tal grado fue su lamento por Jerusalén que derramó lágrimas de tristeza.

“Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.” (Luc 19:44, LBLA)

Jerusalén no había conocido el tiempo de su visitación.

Ellos no reconocieron, no supieron ni entendieron el tiempo de su visitación; ellos esperaban otro tipo de manifestación mesiánica, más política y acorde a sus intereses.

Recordemos que se trata de los intereses y propósitos de Dios. No de los nuestros.

El gozo y algarabía de su entrada en Jerusalén no determinaba que conocieran el tiempo de su visitación.

LA VISITACIÓN DEL SEÑOR.

“Entonces el SEÑOR visitó a Sara como había dicho, e hizo el SEÑOR por Sara como había prometido. Y Sara concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo señalado que Dios le había dicho.” (Gen 21:1-2, LBLA)

Para ver la promesa de Dios cumplida en nuestra vida hay que ser visitado por Dios.

El Señor visitó a Sara tal como había dicho.

La intervención de Dios en favor de Sara es la que nos enseña que Dios también intervendrá en nuestro favor.

La visitación del Señor es literalmente intervenir en nuestro favor, pero también castigar a lo que nos hacen oprobios.

Sara recibió la intervención favorable de Dios pero también terminó con la burla y vergüenza de su esterilidad.

SU VISITACIÓN TRAE LIBERTAD.

Como lo hizo con su pueblo para sacarlos de la esclavitud. Muchos también serán libres del oprobio del mundo al reconocer el tiempo de su visitación.

“Ve y reúne a los ancianos de Israel, y diles: «El SEÑOR, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido, diciendo: “Ciertamente os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto.” (Exo 3:16, LBLA)

Moisés fue el encargado de llevar el mensaje del Señor a su pueblo; Él los había visitado y visto el oprobio del rey de Egipto. El Señor traería libertad y los llevaría a una tierra de abundancia.

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La visitación del Señor trae libertad a nuestra vida, rompe cadenas y ataduras. Recordemos que donde está el Espíritu del Señor hay libertad.

SU VISITACIÓN TRAE ABUNDANCIA.

El Señor también visitó a su pueblo después de la escasez que se había levantado. Tiempo nuevo de prosperidad y abundancia en su casa.

“Entonces se levantó con sus nueras para regresar de la tierra de Moab, porque ella había oído en la tierra de Moab que el SEÑOR había visitado a su pueblo dándole alimento.” (Rth 1:6, LBLA)

Nuevamente podremos escuchar que Dios visitó a su pueblo trayendo bendición y abundancia. Noemí junto a su familia abandonaron su tierra durante la época de hambre, emigraron a los campos de Moab en busca de alimento.

El tiempo de la visitación del Señor llegó de nuevo a Belén, Dios visitó a su pueblo trayendo abundancia nuevamente.

Así también el Señor terminará con toda época de escasez y nos visitará con abundancia.

“Tendréis mucho que comer y os saciaréis, y alabaréis el nombre del SEÑOR vuestro Dios, que ha obrado maravillosamente con vosotros; y nunca jamás será avergonzado mi pueblo.” (Joe 2:26)

VISITARÁ TRAYENDO CON GOZO.

Visitó a Ana para concederle su petición y quitar la amargura provocada por su rival. Volverá el gozo de visitar su casa rodeada de alegría y júbilo.

“Y el SEÑOR visitó a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante del SEÑOR.” (1Sa 2:21, LBLA)

El Señor vio la aflicción de Ana y se recordó de ella, quitando toda amargura de su alma a causa del dolor que le causaba su opresora.

“ Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. ” (1Sa 1:6)

Será quitada toda angustia y amargura provocada por los opresores con la visitación de Dios.

Nuevamente el Señor visitará su pueblo con gozo y alegría.

Busquemos la presencia del Señor, ofrezcamos a Él alabanza y adoración y nuevamente tendremos la visitación del Señor.

“Vida y misericordia me concediste, y tu visitación guardó mi espíritu.” (Job 10:12)


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