Hoy día para muchos la verdadera belleza de la mujer está basada a través de la publicidad falsa que proviene del cine, televisión o redes sociales. Una imagen que la mayoría de las veces quiere despreciar toda virtud o valor intangible en la mujer.

Aparte de la demanda o expectativas impuestas por la sociedad o el sexo masculino, para satisfacer sus deseos visuales o carnales, no conforme con la mujer que han elegido, tratan o logran robar su identidad cambiando su forma de ser.

Otras mujeres no se valoran y caen en la trampa de ser lo que la sociedad dice que deben ser o lo que el hombre quiere que sean. Pero un hombre de Dios sabrá apreciar y valorar la virtud de la mujer más allá de las apariencias que perecen.

Si es muy cierto que toda mujer debe cuidarse, amarse, arreglarse para ella misma, tener su autoestima sana, pero no puede permitir que este concepto de verse bien físicamente sea el ícono máximo de belleza. Esto lleva a muchas mujeres a la angustia, depresión, baja autoestima, al ver que no cumplen con el estándar exigido.

La belleza física es temporal.

Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada. (Proverbios 31:30)

Por más que quieras retener tu hermosura externa va a morir, se va a desgastar; pero la hermosura verdadera va a permanecer. La verdadera belleza de una mujer comienza con un carácter cimentado en Cristo.

Inyecciones para mantener la belleza verdadera.

 

La verdadera belleza de una mujer comienza con un carácter cimentado en Cristo. Click To Tweet

 

Una mujer virtuosa es una mujer femenina, elegante y refinada que su mirada está en las cosas eternas. Otra de las cualidades de la belleza verdadera de una mujer es su forma de hablar, abre su boca con sensatez y prudencia. Y más aún ella es guía para otras mujeres jóvenes a que conozcan la verdadera belleza y manera de disfrutar el ser mujer. Reconociendo su identidad y su fuente de virtud, que es Dios.

El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor de corazón el espíritu se abate. (Proverbios 15:13)

Otro secreto para mantener un rostro hermoso es tener tu interior sano, y lleno de la presencia de Dios. Cuando Dios es el centro de nuestras vidas y el punto de partida de todo lo que hacemos podemos estar relajados y conformes con lo que somos.

Ser una mujer con un corazón alegre sabemos que mejora grandemente la salud física y emocional.

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Cuando una mujer descubre que lo que alegra su corazón es meditar en las promesas del Padre, y permitir estar más llenas de él que de las falsas expectativas de la sociedad, no solo alegra su corazón sino que hermosea su rostro.

Porque sabe que será una mujer difícil de pasar por alto y difícil de olvidar. Una mujer que reconoce que su belleza verdadera no depende únicamente de lo físico, bendice a los que la rodean porque ella brinda paz, alegría y esperanza a otros.

Porque un momento hay en su furor; mas en su voluntad está la vida: por la tarde durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. (Salmos 30:5)

La Verdadera Belleza.

 

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Una mujer que ha descubierto de dónde viene la verdadera belleza sabe lo importante que es tener un balance perfecto. Porque de nada sirve tener un rostro y un cuerpo hermoso si tu corazón esta vació, lleno de amargura, inseguridades, miedos, soledad, dolor, heridas sin ser sanadas y alejadas de Dios.

Muchas adversidades golpearan tu corazón en esta vida, que harán que pierdas o comprometas tu verdadera belleza y es ser una mujer sana y llena por dentro. Y el primer paso para mostrar una belleza verdadera y completa es tener tu interior sano y abrazar tu identidad por medio de una relación genuina con Dios.

Es una decisión que debes tomar tu mujer, de no permitir que las expectativas de este mundo te digan o impongan un estándar falso de cual es la belleza verdadera.

Mujer la única y verdadera razón por la que tú debes ser valorada no es por tu belleza física (que perece), más bien es por quien eres por lo que has decidido hacer para Dios.

Ser esa mujer que teme a Dios que se ocupa de orar, de hablar con sabiduría y ser una guía para otras jóvenes. Ser ese ejemplo de cómo una mujer que ama a Dios primeramente, también puede tener un balance perfecto de cuidar su imagen, verse hermosa sin tener que poner como icono de belleza una falsa demanda de la sociedad como su fuente de referencia.


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