“En ese tiempo el rey Herodes hizo arrestar a algunos de la iglesia con el fin de maltratarlos. A Jacobo, hermano de Juan, lo mandó matar a espada. Al ver que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Esto sucedió durante la fiesta de los Panes sin levadura. Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua. Pero mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él.” (Hch 12:1-5, NVI)

De igual forma que con los discípulos de Jesús, el enemigo sigue teniendo la intención de “maltratar” a las personas de la iglesia.

El diablo los quiere lastimar, herir, corromper. Jesús nos dijo que el ladrón vino a robar, matar y destruir.

Quiere matar espiritualmente a las personas, encerrándolas en cárceles rodeados de guardias y atados con cadenas.

“Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quién devorar. Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” (1Pe 5:8-9, LBLA)

La función de la iglesia, al igual que aquel tiempo debe de ser orar constantemente y fervientemente.

La oración es el recurso que Dios nos ha otorgado para provocar que el cielo obre a nuestro favor.

“Claman los justos, y el SEÑOR los oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.” (Sal 34:17-18, LBLA)

Dios no permitirá que nos hagan daño si hay gente que ore constantemente.

“Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad.»” (Hch 18:9-10, NVI)

Aunque el diablo se levante en contra de los elegidos, el Señor tiene mucha gente en esta ciudad para orar constantemente.

LA ORACIÓN TRAE PROSPERIDAD.

La Biblia nos enseña que mientras el rey Uzías buscó al Señor, Dios lo prosperó. Este rey se propuso diligentemente en buscar a Dios.

“Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, quien tenía entendimiento por medio de la visión de Dios; y mientras buscó al SEÑOR, Dios le prosperó.” (2Cr 26:5, LBLA)

DESCANSO Y PAZ.

También el rey Asa promulgó el decreto de buscar a Dios de todo corazón y Dios les dio paz y tranquilidad.

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El pueblo hizo un pacto de buscar a Dios con todo el corazón y con toda el alma.

“Y todo Judá se alegró en cuanto al juramento, porque habían jurado de todo corazón y le habían buscado sinceramente, y Él se dejó encontrar por ellos. Y el SEÑOR les dio tranquilidad por todas partes.” (2Cr 15:15, LBLA)

DIOS ABRE PUERTAS IMPOSIBLES.

Volviendo al capítulo en donde Pedro ha sido encarcelado. La Biblia dice que el ángel apareció en la prisión.

Un ángel irrumpió en la cárcel donde Pedro estaba retenido.

Satanás no ha construido una prisión en la que Dios no pueda entrar. El infierno no tiene una cárcel en la que Dios no pueda irrumpir.

No hay tiniebla que la luz de Cristo sea opacada. No hay oscuridad que impida que la luz del Señor resplandezca.

El diablo no ha impuesto ninguna cadena que Dios no pueda romper. No hay atadura ni yugo que el Señor no pueda romper.

El ángel apareció, y los 16 soldados no hicieron nada al respecto, porque el ángel rompió todo el protocolo y apareció.

Liberaciones poderosas acontecen cuando los santos de Dios le buscan diligentemente.

Seguiremos viendo como Dios abre puertas imposibles en nuestra vida. Puertas de hierro que tienen encerrados a los escogidos.

NO SE ACOMODE EN LA PRISIÓN.

Le dio una palmada a Pedro en el costado y le dijo: “Levántate, te sacaré antes de que te sientas más cómodo”.

Es el tiempo de levantarse, de tomar una actitud diferente; no hay que dar oportunidad a sentirse cómodo estando en prisión.

Hay personas que se están sintiendo cómodas y se están acostumbrando a las cadenas y los cepos.

La orden del ángel fue ponte tu ropa, vístete; hoy nos mudamos de esta cárcel. Esa es la Palabra de Dios para hoy. Levantarse, ponerse la ropa y cubrirse con el manto.

Dios nos está preparando para pasar a otra dimensión, a una nueva temporada.

Nuestro Señor nos está recordando que nos guiará más allá de cada “no puedo” que hayamos dicho en nuestra vida”.

Hay un nuevo nivel preparado para la iglesia que ora constantemente.


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