“Muy de mañana, Josué y todos los israelitas partieron de Sitín y se dirigieron hacia el río Jordán; pero antes de cruzarlo, acamparon a sus orillas.” (Jos 3:1, NVI)

Dios nos permite ir tomando nuestras promesas conforme vamos teniendo la capacidad de administrarlas.

La antesala a una victoria conlleva un proceso de preparación de parte de Dios.

Dios continuamente nos prepara y nos procesa antes de concedernos sus promesas.

La Biblia nos enseña como José fue procesado antes de llegar al gobierno de Egipto. Aproximadamente trece años de proceso y preparación.

David también tuvo su tiempo de preparación detrás de la majada antes de ser ungido como rey.

Antes de iniciar su ministerio en la tierra, el evangelio de Mateo nos dice que El Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado.

“Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación.” (Mat 4:1, NVI)

LAS CORRIENTES DEL JORDÁN

Los israelitas cruzaron el río Jordán en la primavera, cuando se estaba desbordando.

Dios escogió el tiempo en que el río estaba al nivel más alto para demostrar su poder dividiendo las aguas para que toda la nación pudiera pasar en seco.

Estas aguas representan la frontera entre la promesa y el proceso de formación.

Para tomar la promesa debían de cruzar las aguas del Jordán, el obstáculo previo a tomar la promesa.

La instrucción del Señor fue que abandonarán su posición y se pusieran en marcha detrás del arca de la Presencia.

Ellos no conocían el camino, debían de ser guiados por la presencia de Dios.

“Al cabo de tres días, los jefes del pueblo recorrieron todo el campamento con la siguiente orden: «Cuando vean el arca del pacto del SEÑOR su Dios, y a los sacerdotes levitas que la llevan, abandonen sus puestos y pónganse en marcha detrás de ella. Así sabrán por dónde ir, pues nunca antes han pasado por ese camino. Deberán, sin embargo, mantener como un kilómetro de distancia entre ustedes y el arca; no se acerquen a ella.»” (Jos 3:2-4, NVI)

Para ir tomando nuestras promesas debemos ir en pos de la Presencia de Dios, esto nos garantiza que vamos a cruzar cualquier obstáculo que se nos presente.

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Las aguas turbulentas del Jordán se detuvieron cuando la Presencia de Dios entró en ellas.

Unicamente la presencia de Dios podrá guiarnos por obstáculos que se nos presentan camino a la promesa.

El pueblo debía de dejar su posición de acomodamiento; debía de ponerse en marcha, empezar a caminar. Cuando veas que la presencia de Dios se está “moviendo” en el campamento, empieza a caminar por fe, sal de todo acomodamiento y sigue la presencia de Dios.

Hemos sido apartados para Dios, consagrados por Él y lavados por la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo. Click To Tweet

APARTADOS PARA DIOS.

“Josué le ordenó al pueblo: Purifíquense, porque mañana el SEÑOR va a realizar grandes prodigios entre ustedes.” (Jos 3:5, NVI)

El Señor realizará grandes prodigios en medio de su pueblo, pero debemos de purificarnos para Él.

Debemos de apartarnos de todo aquello contrario a la voluntad de Dios.

El pecado nos aparta de la presencia de Dios y rompe la comunión con Él.

La purificación también era sinónimo de estar dispuestos a servir a Dios. Significaba ser consagrado o apartado para Dios.

“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.” (Jer 1:5, NVI)

Hemos sido apartados para Dios, consagrados por Él y lavados por la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Continuemos tomando nuestras promesas, guiados en todo tiempo por la presencia de Dios, dejando que el Señor quite todo obstáculo, apartándonos y consagrándonos para Él.


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